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Pequeña princesa de cristal, pequeña, diminuta, casi inexistente. No me digas que sufres, porque tienes al amor contigo, al más posesivo amor jámás visto. No me digas que te sientes sola, porque tienes al más grande y poderoso amigo. No me digas que te sientes débil, porque has sentido la fuerza de su puño, porque con esa fuerza te protege, te cuida y te mira. No me digas que no eres libre, pues tienes la posibilidad de decidir, de estar acá o allá… bajo tierra.
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