Tormento eterno

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Abrazados, juntos por última vez. Se miraron a los ojos y aquello fue suficiente para resucitar recuerdos y para hacerles romper en lágrimas, pero no querían soltarse el uno al otro, más bien, no podían pues sabían mejor que nadie, que la separación que les esperaba sería eterna. Ella, aún recargada contra su pecho, sosteniéndose con fiereza a sus ropas pues no pensaba dejarlo marchar, pronunció, murmurándolo, como un ronroneo del corazón:

    -Perdóname, te lo suplico.

    Él no dijo nada, sus ojos empañados por las lágrimas sintiendo el tacto del cuerpo de ella y pudiendo oler su maravillosa fragancia que tantos recuerdos parecía resucitar. Rompió su triste, su fúnebre silencio, solo para rogarle a ella:

     -No te culpes pues no has sido tú quién ha tenido esta idea tan estúpida sino yo, y ahora, por mi causa, eternamente separados.

    -Saben que han de soltarse-terció nadie-¿Por qué insisten en herirse el uno al otro guardando con profunda celeridad los recuerdos que ya no sirven de nada? ¿Por qué sienten este deseo de seguir martirizando sus exhaustas almas?

    -¡Calla!-gritó ella aún abrazada al pecho de él y nadie entendió perfectamente porqué.

    -Sabes que tengo razón. Debes soltarlo y tú, debes soltarla. Su vínculo ya no existe, es hora de partir.

    -¡Maldito seas, cruel demonio!-gritó él y la otra voz de nadie habló riendo.

    -Quizá debería ser él quién…

    -¡Calla tú también! ¿Es que no ves, no eres capaz de sentir empatía por el amor verdadero?

    -Sí. No-se contradijeron las dos voces de nadie; la segunda tenía un tono sarcástico en la voz-Presta atención a esto que voy a decirte-dijo la primera voz de nadie-esta situación es completamente tu culpa ahora debes recibir tu cruel condena. Tienes que seguirle rumbo a tu cruel tormento eterno.

    La segunda voz de nadie sonreía abiertamente escuchando a la primera.

    -¿Por qué, qué crimen es el que he cometido? ¿El amar con locura a una mujer, es ese el crimen que merece castigo?

    -Tú sabes perfectamente lo que hiciste no me hagas repetir aquel atentado a la locura.

    La segunda voz de nadie exclamó entonces una carcajada. Su cavernosa voz resonó en los oídos de todos los presentes

    -Vendrás conmigo quieras o no. Solo alargas esto innecesariamente. Suéltala de una vez y crece, pequeño e inmaduro niño ¿Qué es el amor sino un sentimiento? Un sentimiento efímero, te garantizo que no recordaras nada en tanto te poses a mi diestra y te guíe por el sendero…

    -¡No!-chilló ella viendo que él la soltaba embrujado por la oscura segunda voz de nadie-prometimos no separarnos nunca, te haré cumplir tu promesa así tenga que sostenerte el resto de la eternidad.

    Habló entonces la primera voz de nadie dirigiéndose a ella.

    -Pequeña hija mía, sígueme y te prometo que retozaras alegremente. Suéltalo y quédate con los bellos recuerdos que compartieron juntos, pero no te amarres a él, no alargues lo que es inevitable. Toma mi mano, sujétala y no la sueltes hasta que todo esto haya terminado.

    -Dios-dijo él dirigiéndose con crueldad a la primera voz del nadie-¿No eres tú, acaso, el qué es enteramente amor?

    Satán, la segunda voz del nadie, volvió a soltar una carcajada.

    -Has pecado-dijo la primera voz de nadie ignorando a Satán que se retorcía de la risa pues las interrogantes del joven que tenía frente a sí eran muy acertadas-Y tú has inducido su frágil alma al pecado. Ella viene conmigo, tú vas con él, porque, sé que esto tortura el alma de ella y que nunca dejará de hacerlo, pero no puedo perdonar tu crimen ¿qué hago yo, si concederle la vida a ella es su propio tormento eterno, castigo que no merece pues tú eres el pecador?

    -Déjame ir con él-pidió ella esperanzada.

    -No puedo, ambos merecen castigo, pero él más que tú. Si te dejo ir con él le concedo una bendición en lugar de una maldición, pues él será castigado sin importar lo que haga y, contigo a su lado, aquello será como él quería que fuera.

    -¿Pero, qué fue lo que hice yo para merecer la horrible pena del fuego eterno?-preguntó él.

    -Supongo que te parecerá poco orillarla al suicidio.

    -Ambos estuvimos de acuerdo en librarnos de aquellos que decían ser nuestra familia pero que no aproaban un amor verdadero-espetó ella histérica.

    -Si no te hubieses encaprichado en amarla nada de esto le estaría pasando a ella-dijo la primera voz del nadie dirigiéndose a él-esta situación es tú culpa y solo tú culpa.

    -Bueno, creo que ya es hora-dijo la segunda voz del nadie-vas a soltarla quieras o no. Esta charla es un completo sin sentido.

    -No voy a hacerlo jamás-dijo ella.

    Sintió entonces, mientras lo decía, el agarre de él debilitándose.

    -Suéltame-le murmuró él junto al oído pues aún estaban abrazados-Suéltame, vive y disfruta de la vida más allá de la muerte por mí. Disfruta y hazlo por mí. Siempre que comas un apetitoso manjar piensa en mí, siempre que respires piensa en mí… siempre que ames, hazlo pensando en mí.

    -Pero…espetó ella, pero él la interrumpió antes de que terminara poniéndole un dedo sobre los labios y separándose al tiempo.

    -Te amo-le dijo y la soltó.

    De inmediato sintió como su alma caía en un pozo sin fondo y pudo ver a lo lejos la estela que dejaba el alma de ella. La vio una última vez y detestó lo que vio en sus ojos: ella lo había olvidado completamente, algo había eliminado su memoria…

    -Te amo, hermana mía…


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