En una ocasión, estando en el monte un rebaño de ovejas; una de ellas parió (sin darse cuenta el pastor, que estaba distraído un poco lejos de ellas) y aun no terminara de lamer a su corderillo, cuando vino una loba, que al verla las ovejas, todas huyeron incluida la oveja que estaba parida. Aunque el corderillo que acababa de nacer, al no poder huir, allí solo se quedó: sin embargo, la loba al llegar junto a él, en vez de matarlo para comérselo, más bien lo acepto como si fuera un hijo suyo, o a lo mejor, es que no tenía hambre y después de estar allí un buen rato, lamiendo un poco al animalito, la loba se puso a caminar despacio, siguiéndole el corderillo, que la había tomado como su propia madre.
Mientras que esto pasaba, el pastor se percató, de que aquella oveja había parido y como no estaba muy lejos, ni se diera cuenta del por qué, salieran corriendo las ovejas; volvió hacia atrás con sus perros, para enterarse en donde estaba el corderillo, que recientemente había nacido. Cuál fue su sorpresa, cuando vio al animalito detrás de la loba la que, nada más ver al pastor con sus dos perros, huyó dejando al corderito sano y salvo, al cual el pastor lo cogió, llevándoselo en el zurrón para su casa.
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