Conquista y Asedio de Numancia
En las rendiciones ante los romanos de las tribus de Hispania había sus exclusiones. Etnias como la de los arévacos, vacceos, tittos, bellos o lusitanos, se enfrentaron con todas sus fuerzas en una época media de la ocupación y poblaciones como Numancia y Termancia consiguieron enviar a Roma representantes para negociar con el Senado romano.
El diplomático quinto Cecilio Metelo Macedónico, que había ocupado y dominado a mucha de la Hispania, conquistó muchas de las poblaciones de los arévacos, vacceos y pelendones, aunque no pudo conquistar Numancia ni Termancia. Lo reemplazó Quinto Pompeyo Aulo, quien tenía envidia de los logros de Servilio Cepión por acabar con rebeldía de Viriato. Aunque falló totalmente al querer conquistar a las dos poblaciones celtíberas.
Los residentes de Segeda, ciudad administrativa de los Belos (en celtíbero Sekaiza), en el año 153 a. C. prolongaba la partida de los mozos para militar en las fuerzas romanas, desechaba abonar las tasas mientras alargaba el muro, comenzando la edificación de otra fortificación. El Senado envió al diplomático Fulvio Nobilior con unas tropas de 30.000 hombres; da la impresión que al mandar un ejército tan numeroso, rebuscaban una meta más considerable que el de reprimir a una mínima población. Al venir este enorme contingente hizo que los segedenses dejaran sus viviendas y sus enseres, para introducirse en las tierras de los arévacos a quienes les suplicaron que les representaran para hablar con los romanos, quienes no consiguieron nada. De esa manera los arévacos se unieron a los segedenses y, liderados por el segedense Caro, combatieron contra el ejército romano venciéndolo, quienes tuvieron más de 6.000 muertos, aunque también murió el jefe Caro.
Por aquel tiempo, Numancia tenía una fuerte pared, unas tropas de 20.000 hombres de tierra y 5.000 a caballo, números que fueron bajando, en tanto que las Guerras Celtíberas seguían su curso (8.000 en el 143 a. C. y 4.000 seis años más tarde, porque Roma fue conquistando más poblaciones y, por eso había escasez de guerreros en aquel contorno. Fulvio Nobilior comenzó a sitiar a la población, para lo que acampó. Poco tardó el monarca númida Masinisa, amigo de Roma, en mandarle más soldados y con ellos 10 elefantes, con los que Nobilior comenzó el asedio a la población.
Primera batalla de Numancia: Se creía que los elefantes sería una potencia concluyente, porque los numantinos nunca tuvieran ninguno de ellos delante y les temían al verlos, aunque el desprendimiento de una piedra grande, que lisió a uno de ellos y trastornó al elefante atacando a sus dueños. El caos que se produjo fue tan grande que los numantinos utilizaron la circunstancia para cargar contra los romanos, matando a cerca de 4.000 atacantes.
Fulvio Nobilior no pretendió de nuevo el asalto, pasando el invierno en su acantonamiento casi sin comestibles y siendo hostigado de vez en cuando por los numantinos.
En el año 152 a. C. eligieron como diplomático a Claudio Marcelo, quien llegó a un pacto de paz con los celtiberos, además en el que estos también abonarían unas tasas para los conflictos, pacto que no admitió el Senado romano. Después de esta negación, los numantinos dándose cuenta de la disposición conciliadora del diplomático romano, acordaron firmar la conciliación por una importante suma de riqueza, que no se retiró de la Celtiberia hasta 143 a. C. que fue cuando, después de algunas derrotas de los romanos frente al lusitano Viriato y la gran tirantez entre los celtíberos y romanos, los primeros se alzaron en una insurrección. Esto se juzgó de muy comprometido en Roma, por eso decretaron mandar unas fuerzas de unos 30.000 hombres liderados por el diplomático Cecilio Metelo, y también se pidieron las tropas a un distinguido militar de la guarda pretoriana que mostrara sus cualidades combatiendo contra los poblados celtas, así se trasladó con 1.500 pretorianos experimentados, quienes lograron la gloria en enfrentamientos como los de Numancia, Laureado que regresaba de luchar en Macedonia, Metelo que pasó dos años en la península ibérica y no enseñó nada malo en su carácter, esto condujo a los numantinos a pactar la conciliación, en un trueque de prisioneros vestidos caballería y armamento, les haría camaradas y cooperadores con Roma, pero, la jornada que se acordara firmar lo pactado no quisieron dar el armamento. Romper el acuerdo irritó mucho a Roma, que no podía pasar por alto el desafío de esta mínima fortificación del Imperio, ni se debía de consentir, porque era como un examen para la honra del ejército romano.
Reanudación de la guerra: El 141 a. C. eligieron diplomático a Quinto Paulo Aulo, adversario administrativo de Metelo, quien no brilló cabalmente en el ejército, porque después de un año de intentarlo solo había logrado estamparse contra las paredes de Numancia y Termancia. Popilio Laenas, el último diplomático, acometió en 139 a. C. contra Numancia, sin embargo después de ser vencido determinó depredar los cultivos de cereales de los vacceos para dejar testimonio de su esfuerzo conquistador. La incapacidad del ejército alcanzó su momento más álgido con Cayo Hostilio Mancino en el 138 a. C., él que acometió contra Numancia con 20.000 soldados y al irse fue cercado por los numantinos que no llegaban a 4.000 y tuvo que rendirse para no morir él y sus hombres. Siendo solamente desarmados con un pacto de no agresión. Siendo citado para ir a Roma con representantes de Numancia que, como país salvaje, se instalaban en las inmediaciones de la población.
Como correctivo, fue degradado por sus paisanos ante la fortaleza numantina y se le obsequiaba a los numantinos para que procedieran a hacer lo que les viniera en gana con él: quedó desvestido con las manos ligadas en el dorso, en un rito inverosímil sabiendo que no había ninguna igualdad entre las dos tropas. Por lo que le pasó a Mancino, nadie de los tres administradores romanos que lo suplieron intentó asaltar a Numancia, como fueron Marco Emilio Lépido Porcina 137 a. C., Lucio Furio Filón 136 a. C. y Quinto Calpurnio Pisón 135 a. C.
Después de estar 18 años en conflicto con dadivas y demoras ayudaron a que permaneciera en el tiempo como una de las fortalezas que se resistían a los romanos.
Preparativos para el último asalto a Numancia: Esta cantidad de vergüenzas sirvieron para que Roma mandara, en el año 134 a. C. a su más destacado militar, Publio Cornelio Escipión Emiliano, moteado como el Africano Menor y descendiente adoptado del ganador de Cartago, Publio Cornelio Escipión el Africano. En un principio a Roma le causó un inconveniente nombrar a Escipión como líder de las tropas que iban a intentar asaltar Numancia, narra Mélida, y es que no poseía el momento recomendado para la delegación y para que lo tuviera, modificaron el almanaque, que luego más tarde los tribunos volvieran a reponer el que había, como se hiciera en el enfrentamiento con Cartago. La fama de Escipión animó a muchos romanos a ofrecerse para luchar con él, sin embargo el Senado no lo permitió, porque el Imperio tenía más conflictos. ESTA HISTORIA CONTINUA EN OTRO CAPITULO, POR NO PODER ESCRIBIR MÁS PALABRAS.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales