EL BÚHO Y LA BRUJA
Las hojas gimen atravesadas por el viento y en la negrura no se ve una sola estrella en la tarde de tinieblas.
Todas las hechiceras están llorando en su aquelarre porque está enferma la bruja antigua en el rancho oscuro.
En su fiesta cantan y bailan las viejas magas en derredor de un trono de fuego donde luego vendrá a erguirse el ángel negro.
Tan solo las teas ardiendo tiemblan en la penumbra empuñadas por las hijas del Demonio y no disminuye el ardor de su lumbre con la lluvia del cielo.
Yace entre las antorchas un macho cabrío sin sangre en las venas como una desesperada ofrenda al señor del averno.
Una bella joven desnuda de largas piernas está danzando entre las gotas frías y ella será el reposo de ¡Satán! …el dueño de las reinas de la noche…
Oh padre protector nuestro no dejes a tu sierva sola; ella no mejora; pasa el tiempo y se va muriendo.
Un brujo enamorado extraña a la bruja fea y un búho amigo la está velando.
El pajarraco está penando en la tarde y son flores marchitas sus absurdos ojos quietos.
Está velando a la vieja mientras sigue el rumor sordo de la lluvia fría en el afligido atardecer.
El búho carismático convocó a uno y mil personajes que concurrieron por la enferma y por el diablo.
Estuvieron allí las brujas de escoba, las de salón y las de nariz ganchuda; las brujitas aprendices y todas con palabras encantadas a la bruja enferma saludaban.
El cansino chaparrón lo está mojando al búho y las ráfagas heladas que pasan desmenuzan temblores sobre la hechicera que se está muriendo.
Una pereza lenta derrama su apatía en la melancolía de la tarde gris.
Ya llega la noche, entre gemidos macabros ya está llegando.
El ave de las tinieblas vela el padecer de la bruja… y porque está enferma el búho la está velando.
Ella tiene de novio a un brujo viejo que está cantando en el aquelarre y llora y está bailando.
Bailan y bailan las viejas hechiceras y un diablo las está consolando.
Las brujas que nunca rezan están orando y las adivinas de las tinieblas elevan a la virgen su canto, porque ni el Espíritu Santo ni el Padre ni el Hijo las están escuchando.
La enferma ya pierde el ánimo, no ríe ni vaga con la escoba por nubosidades sin Luna o con estrellas en titilante cielo. La vieja ya no se levanta.
Que llueva…Que llueva…, pero que la bruja no se muera.
Grave y vigilante en la tapera que antes fue rancho, contempla el búho al chubasco frio desde el palenque que el tiempo convirtió en precario palo.
Caen las gotas del aguacero perezoso en la noche oscurisima, las hadas y los duendes traen tristeza y están remisos los amores de las negras señoras que vuelan con esperanza en las escobas sin luna.
La bruja no se cura.
Al búho erguido en solitaria aflicción le duele el alma y se le mojan las plumas.
Que llueva, que llueva, el búho está afligido y ya no vuela.
El pájaro vela el rancho donde yace la maga echada, el búho espera y sigue esperando que mejore la enferma que no tiene enfermera.
Va pasando la negrura de la tarde y más oscura llega la noche con su canción de lluvia ; caen las gotas rodando sobre el malvón, sobre el trébol y la yerba buena.
Se asoma por un momento el hornero y al instante se guarda. La vieja no se levanta.
El búho dolorido mira la negrura con porte de catedrático importante y con gesto adusto atisba los pliegues difusos del destino y del karma.
Esta adusto y vigilante, erguido y severo en el palenque cercano a la tranquera.
Esa noche son más grandes sus ojos y más amarillos. Son más veloces los giros de su cogote.
¿Para aliviar a la amiga bruja qué antiguos conocimientos está convocando?
¿A qué pócima mágica de medievales alquimistas está acudiendo su imaginación de intrincada esencia?
¿Qué esotérica sabiduría está elucubrando?
¿Sera de ángel o diablo su infusa ciencia legendaria y enorme?
Porque llegado el caso nadie sabe si es del cielo o de donde moran sus amigos en las negras tinieblas.
El búho es amado por casadas, viudas y solteras, porque les da suerte y amores y las protege de mufas y rencores.
Como un soberano sabio y absoluto está erguido contemplando al mundo muy negro desde quien sabe que extrañas dimensiones lejanas al ser humano.
En esa noche el viento le pone música a los canticos de las brujas que bailan y melancolía a la agonía de la bruja que se está muriendo.
Llueve , llueve, la bruja ya se muere.
¡Ya llegó la media noche! ¡Oíd el canto del cielo!...Ya viene el rayo que deslumbra, ya viene apabullante el retumbar del trueno.
La lluvia no canta, no implora, no habla y no ama…pero ahora se murió la bruja y hasta los mismos cielos, aunque no se lo crea, están llorando.
Y derraman sus lagrimas en mística lluvia.
Se extinguen con la esperanza suavemente las llamas de las teas.
Se presiente con la tristeza la llegada del alba.
Surgen de la oscuridad los lamentos de las cuerdas del chistú y el batir de los tambores.
La danza se termina, es el eclipse de las brujas y canta el gallo…Es de dia,
En el rancho de estanteo todo es silencio y con las alas abiertas sobre el pecho flaco, el búho llora a la bruja muerta.
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