La preparatoria.
Existe un momento en nuestras vidas, ella y yo – Karen y Axel – que sin un rumbo especifico encontramos lo que a continuación relato.
Por el sólo arte de magia aparece un disparador, simple y evidente, donde el silencio aporta mucho más dialogo que cualquier charla que utiliza palabras. Los dos quietos, viendo una película que relata la vida rutinaria de una pareja que decide incursionar en el intercambio sexual de parejas. Los dos seguimos quietos, pero ahora la evidente sonrisa que dibuja la mueca de nuestras bocas expone acuerdos a la trama de la película.
Invade la necesidad de hacer algún comentario que pretende no estar relacionado, pero que, entre sombras, desea transformarse en una pregunta…sin signos de pregunta. Yo propongo una charla seria ella al instante acepta, casi se trata de una discusión adulta sin mucho peso inicial. Sin preguntas claras y las respuestas sin acierto decidido.
Termino la película. Y ahora?... La discusión se acalora, escalón a escalón, en tono, sin saber que podría suceder nos empezamos a poner de acuerdo, cada uno apuesta más fuerte y el otro responde la apuesta.
Karen…mi esposa, encuentra que la charla se transforma en una “deliciosa historieta erótica” y comienza a sentir el efecto tenuemente, yo ya estaba sufriendo. Mientras hablamos, mis pensamientos vuelan y la imaginación los condimenta ciegamente.
Si digo que los dos seguimos quietos ya no es cierto, así fue como comenzamos a acercarnos y desafiarnos todos los sentidos. Sus pies casi desnudos, vestidos con delicados zapatos de taco alto, están, ahora, apoyados sobre mis rodillas. El largo andar de sus piernas suaves se dejan ver luego de su amable falda. Sin escote esa ajustada remera blanca, que lleva puesta. transparenta su ropa interior. En un movimiento sagas y diminuto se deja ver un bretel del color sol, de un dorado acerado que me atacó por sorpresa, ella lo nota y se sonríe con esa envidiable picardía que la hace tan autentica. Sus ojos vidriosos, sus aros largos y finos que rozan sus músculos trapecios, el perfume…todo estaba asignado casi como una preparación exacta. Sus pechos redondos como fruta fresca revelan sin prejuicios los estigmas de la situación.
Ya no puedo negar bajo ningún punto de vista mi intención, no al menos con palabras…si me entienden a qué me refiero. Mi cuerpo toma temperatura, comienzo a balbucear…a trabar las palabras sin control, fumo y sorbo mi trago, acaricio sus pies y tobillos cosquilleándolos, mi esposa descruza sus piernas sin separarlas, y las acomoda, en esta oportunidad, sobre mis muslos, muy cerca del límite, ya en el límite, ya sin zapatos, ya sus talones rozan mi jean, ya se hace evidente mi excitación, ya la planta, de sus pies hermosos, delicados, finos y delgados, acarician, de lo mejor, la mejor zona que se muestra, en mí, ya sin tapujos. Mi esposa lo sabe y yo quiero que lo sepa.
Sus manos se aceran desde la rodilla hasta la hebilla de mi pantalón, suavemente sin apuro, lo desabrocha y desafiante fija sus ojos en los míos, y cuando volví en mí, ya había quitado el botón del ojal y bajado el cierre con inigualable maestría cirujana. Dentro en mi bóxer se habían reunido todos los sentimientos, juntos, apretados, que un hombre pueda tener…y algunos aún quedaban afuera.
Nuevamente utiliza maliciosamente, pero con sabrosa dulzura, la planta de sus pies para, diabólicamente, acariciarme rozando la suave tela de mi bóxer. La tomo por los tobillos y la guio en la travesía al desnudo de mi cuerpo total, dejando para el final lo que más me gusta, y ella lo sabe bien, entre sus tibios pies coloco el aglomerado que forman todos mis sentimiento juntos y comienza un sube y baja que no me avergüenza, por el contrario, es como subir a la montaña rusa y sentir vértigo, ese vértigo que me deja indefenso, ella sabe que me tiene por donde más débil soy con lo mejor de sus pies al desnudo y su tobillera plateada.
…continuara…
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales