Mi libro, C. 15

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Gran Revuelta Judia

La Gran Revuelta Judía, fue el inició la serie de las tres más grandes sublevaciones, que hicieron los judíos en el territorio de Judea contra el Imperio romano y se produjo del 66 al 73 d. C. Empezó en el año 66 por motivos de religión entre los griegos y judíos. Finalizando en el momento en que las tropas romanas, mandadas por Tito, atacaron y arrasaron Jerusalén, desvalijaron y quemaron su templo (en el 70), derribaron las más importantes murallas judías (en especial la de Masada en el 73), sometiendo o asesinando a la mayor parte de los ciudadanos.

Contexto: Judea, aunque antes era un país libre usuario de Roma, en el año 6, pasó a ser un territorio del Imperio romano. Desde entonces fue gobernada por un delegado, quien era el encargado de mantener la calma y de cobrar las tasas. En este caso, se infringía mucho la ley, lo que incomodaba mucho a los ciudadanos judíos, quienes tenían que pagar el doble, pues igualmente les obligaban a pagar un impuesto al Templo de Jerusalén. De otra parte, al estar gobernando los romanos, provocó entre la población fuertes discrepancias en las creencias: desde el inicio de su gobierno, los romanos se envararon en querer indicar quien era el Sumo Sacerdote. Otro problema en lo místico, que casi estalla una sublevación, se produce cuando el emperador Calígula decidió colocar una escultura suya dentro del Templo. Al morir inesperadamente Calígula, de atentado en el 41, quedaron sin cumplir sus deseos.

Después de morir el monarca Herodes el Grande, y cuando aún no gobernaban los romanos directamente, entre los judíos se produjera un ajetreo de rebeldía de inclinación teocrática, que suponía la deportación de todos los romanos de Judea: los zelotes. Se cree que este flujo de rebeldía lo inició Judas el Galileo. Este conjunto estaría en movimiento durante 60 años y sería mayormente quien produjo la sublevación en el 66. La rebeldía fue agravándose con el pasar del tiempo, por las diferencias entre judíos y romanos.

La revuelta: La sublevación comenzó en el 66 en Cesarea, después de vencer en una riña de ley ante los judíos, los griegos desencadenaron un linchamiento multitudinario en el distrito judío, en el que la guardia romana no se metió. El cabreo de los judíos aumentó al saberse que el administrador Gesio Floro había sustraído recursos de los fondos del Santuario. De esa manera, en una acción retadora, el vástago del Sumo Sacerdote, Eleazar ben Ananías suspendió los rezos y las anegaciones en la Basílica en estima al mandatario romano y ordenó asaltar la guardia romana que estaba situada en Jerusalén. El gobernador de Galilea y de Judea, Herodes Agripa II con su hermana Berenice abandonaron, en tanto  que Gesio Galo, comisionado romano en Siria, juntaba bastantes tropas en Acre para salir hacía Jerusalén y acabar con la revuelta.

El asedio y la caída de Jerusalén: Los judíos consiguieron rechazar los ataques de Cestio Galo en Beth Horon quien tuvo que abandonar, muriendo 6.000 hombres de la Legio XII Fulminata en la encerrona. A continuación, el soberano Nerón, designó a Vespasiano que era un veterano romano para el cometido, que tuvo a su cargo cuatro milicias, unos 60.000 soldados en Judea y consiguió derrotar la fortaleza de los judíos en el norte en el 68. De esa manera el jefe zelote del norte, Juan de Giscala y el esbirro Simón bar Giora lograron huir a Jerusalén. Vespasiano en el 69 fue elegido soberano de Roma, nombrando a su vástago Tito, con 29 años, al mando del ataque y la rendición de Jerusalén, ciudad gubernamental de Judea.

La conquista de Jerusalén fue más difícil de lo que Tito creía. Porque no pudo atravesar la guarnición de la población en el primer intento, las tropas romanas no tuvieron más remedio que cercarla, acampando en las cercanías. La sitiada Jerusalén no tenía víveres bastantes para los que estaban adentro, sabiendo que hacía poco llegaran miles de penitentes para festejar la Pascua judía, aunque lo romanos no les dejaban marchar de Jerusalén, para que ellos presionaran más a los residentes por la falta de víveres.

En la ciudad, muchas personas fallecían por la hambruna y por dolencias. Aunque los rebeldes hebreos no querían deponer las armas y lanzaban desde la fortaleza a los que querían rendirse. Los rebeldes tenían unos 25.000 hombres partidos en zelotes, liderados por Eleazar ben Simón (dominaban la fortificación Antonia y la basílica), matones, liderados por Simón bar Giora (sometiendo a la Jerusalén más elevada), idomeos y demás, al mando de Juan de Giscala.

De igual manera, Tito puso en práctica la idiosincrasia. Antes de asaltar la fortaleza  de la ciudad, enseñó a los rebeldes una demostración: todas las tropas romanas se presentaron para que las vieran los sitiados y que se dieran cuenta de que eran más fuertes.También le presentaron a Flavio Josefo, un anterior reo hebreo exigiéndole que les pidiera a sus paisanos que depusieran las armas, Josefo les obedeció, aunque sus conciudadanos no le hicieron ningún caso, más bien lo repudiaron.

Los romanos en el estío del 70, después de quebrar la fortaleza de la ciudad, pasaron y desvalijaron a Jerusalén. Asaltaron primero la fortificación Antonia y luego entraron en el Templo, al que prendieron fuego y derruido el 9 de julio de Av. de ese año; en agosto entraron en el bastión de Herodes.

Recuperada Jerusalén bien entrado el año del 71, Tito regresa a Roma, dejando en su lugar a Lucilio Baso, para acabar las tareas del ejército en Judea según la fórmula establecida. Por problemas de salud, Baso dejó su cargo y lo reemplazó Lucio Flavio Silva, de esa manera, Silva se dirige a las únicas murallas de los judíos que no habían sido asaltadas, Masada, finalizando el 72. En convenio con Josefo, en el momento que los romanos pudieron penetrar en Masada en el 73, encontraron que 953 rebeldes, dirigidos por el matón Eleazar ben Yair, antes de entregarse eligieron inmolarse.

Consecuencias: Después de la sublevación, Judea era un territorio destruido y su capital estaba en ruinas, el Templo derruido. Unos 1.100.000 judíos fallecieron y 97.000 fueron atrapados y tiranizados. Se deduce en estos tiempos que murieron entre 600.000 y 1.300.000 judíos. El fracaso de los judíos, mirándose a la historia fue el principal motivo de la dispersión de estos y terminó con el antiguo país de los hebreos, de otra parte, la devastación del Templo de Jerusalén ha supuesto  para los creyentes el extravió mixtico más grande de los judíos, que aún no olvidaron en el momento del encuentro de Tisha b´Av.


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