Mi libro, C. 17

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Rebelión de Bar Kojba

La Rebelión de Bar Kojba (132­135); contra el imperio romano, igualmente se conoce como Segunda Guerra Judeo­Romana, ha sido la segunda gran sublevación de los judíos y la que ponía fin a las Guerras Judeo­Romanas. Hay escritores que la llaman Tercera Guerra Judeo­Romana, añadiendo los altercados del año 115 al 117 llamados como la Guerra de Kitos o Rebelión del exilio, sometidos por Lucio Quieto, que regía aquel territorio en aquella época.

Causas: Tras la sublevación del 66 al 73 d. C., los mandatarios romanos aplicaron todos los medios para reprimir cualquier sublevación que ocurriera en Judea. Se reformó su estatus público. En el sitio de un prefecto se eligió a un pretor como administrador y se fundó en los restos de Jerusalén la base de un escuadrón entero romano.

La jefatura pública y mística de los ciudadanos judíos se puso en el poder del Sanedrín, con base al principio en Yavne, que fue mudando de población por motivos de protección.

Los motivos concretos de la revuelta cambian según quien lo escribió, el escritor romano Dión Casio (155­229) culpa de la sublevación a determinación de Adriano de instalar en el sitio de Jerusalén una población que se llamó Aelia Capitolina (Aelia de nombre propio y Capitolina en honra a la deidad romana Júpiter). De otra parte, los escritos judíos, aunque no niegan este relato, culpan en mayor medida a las resoluciones preceptivas de Adriano que penaba el Brit Milá (circuncisión), la deferencia al sábado y las normas de castidad en la familia.

La pretensión de Adriano era “ilustrar” y atraer a los judíos a la educación greco­romana. Para la mente del clasicismo, la circuncisión era una amputación.

La costumbre judía cuenta en el Midrásh Tanjuma una reunión entre Rabí Akiva y el regidor Turnus Rufus, quien le pide una aclaración sobre la circuncisión.

Un escuadrón más, llevó a Judea para que no se rompiera la paz, y las faenas empezaron en el 131 después de que el regidor de Judea, Turnus Rufus hiciera los honores de la base de Aelia Capitolina. En aquella época se acuño monedas inscritas con el nombre de Aelia Capitolina.

La rebelión: El Tana Rabí Akiva, que aun no siendo nominado nasi lideraba el Sanedrín, logró convencer a los demás componentes que se pusieran a favor de una inmediata sublevación y nombran líder electo a Simón bar Kojba.

Los dirigentes judíos prepararon minuciosamente la segunda sublevación para no caer en los mismos abundantes fallos que se cometieran en la primera, en el 132 d. C. la insurrección liderada por Bar Kojba sin demora se extendió desde Modiim recorriendo todo Judea, venciendo  a la X escuadra romana instalada en Jerusalén y devastando a la XXII Legión Romana que desde Egipto acudiera.

“La era de la rendición de Israel”: En los dos años y medio que siguieron se instauró el nuevo país judío. La dirección política estaba liderada por Simón bar Kojba que adquirió la denominación de “Nasi” (Príncipe o Presidente de Israel). Se divulgó la “Era de la rendición de Israel), se ejecutaron convenios y se hicieron muchas monedas inscritas de cobre y de plata.

Al Sanedrín lo lideraba Rabi Akiva. Se oficiaban ceremonias místicas y se reiniciaron los korbanot (matanzas ceremoniales de animales y otros sacrificios). Se conjetura que se quiso restablecer el Templo de Jerusalén, aunque no hay indicios evidentes de que así fuera.

Reacción romana: La insurrección sorprendió a Roma. Adriano reclamó al General Sexto Julio Severo que estaba en Britania y reunió a muchos destacamentos, también del Danubio. Las tropas romanas tenían muchos más soldados que las de Tito, en la anterior guerra. El perjuicio de los romanos ha sido enorme, entre otros, la pérdida de un batallón entero, la Legio XXII Deiotariana. Fue tan enorme que el testimonio de Adriano al Senado romano no contenía la usual cortesía. “yo y las legiones estamos bien”.

Tres años después  de comenzar la sublevación, la guerra terminó mortalmente en el estío del 135 d. C. tras  quedar sin Jerusalén, Bar Kojba y lo que quedaba de sus tropas se fueron para la fortificación de Betar, que fue rodeada y asaltada. El Talmud de Jerusalén cuenta que los fallecidos fueron muchos. De igual manera, narra que en los siguientes 17 años se prohibió dar sepultura a los muertos de Betar.

Resultados de la rebelión: Por lo que escribió Dión Casio, los muertos eran unos 850.000 judíos. También, 50 urbes amuralladas y 985 pueblos fueron asolados. Adriano quiso  borrar de base la entidad de los judíos, que motivó todas las insurrecciones habidas. Penó la Torá, el almanaque judío y ordenó ajusticiar a muchos intelectuales e ilustrados, los cilindros consagrados fueron calcinados en un rito en el Monte del Templo.

En donde estaba iglesia, puso dos esculturas, una que representaba a su cuerpo y la otra de la deidad romana júpiter. Además derogó la administración provincial romana de Judea uniéndola con otros territorios a la provincia de Syria Palæstina, cogiendo el apelativo de los filisteos, anteriores adversarios de los judíos y estableció la población de Aelia Capitolina en el lugar de Jerusalén, penando a los hebreos que fueran a ella. En la actualidad hay residuos del cardo de la época de los romanos en la Ciudad Vieja de Jerusalén.

Lo cronistas actuales asignan a la sublevación de Bar Kojba un interés real definitivo. La devastación intensiva y las muertes producidas por la insurrección, produjo el comienzo de la diáspora (dispersión) de los judíos en esta época. A disimilitud de la primera revuelta contra los romanos, la mayor parte de los ciudadanos judíos murieron, sometidos, o expatriados y penadas las creencias judías. Después de la insurrección, el lugar  más importante para practicar sus creencias se mudó a Babilonia. Comenzando el siglo IV Constantino I el Grande, dejó a los judíos visitar Jerusalén una vez al año el 9 de Av, para llorar su pérdida en la pared occidental.

En las épocas recientes, la Sublevación de Bar Kojba se trasformó en un emblema del aguante patriótico. La actividad jovial hebreo Beitar coge su apodo de la fortificación y el creador de Estado actual judío, David Ben­Gurrión, singularmente le llaman David Grün, cogió su apodo judío de uno de los subordinados de Bar Kojba.


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