CONTINUACIÓN DEL C. 18
En febrero de 185 los sublevados han sido derrotados, sin embargo a los dos meses la insurrección resurgío de nuevo. En el transcurso de ese año se expandió a la cordillera Taihang en la linde occidental de Hebei, en 186 llegó a Shanxi. Poco después otro motín autónomo se produjo en Sichuan, aunque no estaba combinado con la Rebelión de los Turbantes Amarillos de los demás sitios del imperio.
El belicista Cao Cao, en 192 consiguió imponerse a las tropas insurrectas luego de que estas salieran con dirección del territorio de Yan. Los sublevados al final, en 205 abandonaron la lucha.
Baguadas
El vocablo vaguada se usa para nombrar a los componentes de las muchas cuadrillas que intervinieron en una dilatada sucesión de levantamientos, nombradas las revueltas vaguadas, que sucedieron en la Galia e Hispania en el trascurso del Bajo Imperio, y siguieron extendiéndose hasta el siglo V. Sus componentes eran esencialmente agricultores o colonizadores que rehusaran abonar los impuestos, cautivos escapados o mendigos. El término puede proceder, de origen latino que supone “ladrón”, o de procedencia celta que equivale a “guerrero”.
Historia: El primer informe de estos levantamientos que salió de la Galia, fue en el trascurso del siglo III, exactamente a partir del año 285. La época de mayor abundancia de las vaguadas se produce cuando más se producían las incursiones germanas del siglo V, donde estos levantamientos, de igua manera se expandieron a Tarraconense y a las tierras vascas, en el ámbito de dificultad colectivo y monetario del Bajo Imperio Romano. Estas revueltas tuvieron lugar justamente en un tiempo que la sociedad romana se confrontaba a un empuje que no tenía comparación en la frontera occidental, realizando probablemente una función esencial en la disgregación de este.
Los agricultores constituyeron unas fuerzas que se confrontaron con victoria ante las tropas romanas. En Hispania esta rebelión se llevó a cabo con más énfasis en la parte alta y media de la vega del Ebro, del año 441 a 451. Su raíz son las peleas de agricultores nativos, librados o siervos, perjudicados por la depresión contra los terratenientes, en donde se encontraba los obispados de las ciudades. Fue muy violenta, en la que inclusive con la ayuda de los suevos se acabó con la vida del obispo de Tarazona, a conquistar Zaragoza y a desvalijar Lérida. En el año 454 fue su postrero fracaso con Federico, hermano del monarca visigodo Teodorico II, amigo de los romanos, aunque la depresión seguiría hasta el siglo VIII. Salviano de Marsella nos aclara convenientemente de la originalidad de las vaguadas: “escogieron subsistir independientes con el mote de cautivos, que ser cautivos conservando sólo el mote de independientes”.
Si bien en aquel tiempo se procuró imputar a este levantamiento solo un propósito de bandolerismo, hay escritores que consideran su naturaleza como revuelta general. De esa manera Rutilio Numaciano, en la conmemoración del vencimiento de las vaguadas delante de Exuperancio en el año 417, redacta que el ganador “restableció la legalidad, reinstauró la libertad y no admitió que los dueños fuesen cautivos de sus mismos cautivos”.
Revuelta Carausiana
La revuelta carausiana de 286 a 296 fue un conflicto en la época del Imperio romano en la que un líder de la armada romana, Carausio, se proclamó soberano de Britania y de la Galia septentrional. Sus posesiones gálicas han sido reconquistadas por el emperador occidental, Constancio I, en el 293, luego de eso Carausio fue muerto por su subalterno Alecto. Constancio, luego recuperó a Britania ayudado por su subalterno Asclepiodoto, en el 296.
La revuelta: Un menapio de procedencia modesta llamado Carausio, que se formó en el ejército romano, fue designado para liderar la patrulla de la armada en Bononia (Boulogne), destinado a purgar el canal de la Mancha de los rivales francos y sajones. De todas formas, fue inculpado de ayudar a los corsarios para hacer negocios y el venerado occidental Maximiliano decretó su ajusticiamiento. Carausio en contestación se declaró soberano de la Britania. No solo tenía para su defensa a sus naos, además de otros buques hechos en su mando, tres milicias acampadas en la Britania, una milicia que consiguió en la Galia, muchas patrullas de auxiliares foráneas, varios buques de mercancía de la Galia y un ejército de asalariados bárbaros llegados por la expectativa de saqueos.
Un panegírico destinado a Maximiliano en 288 o 289 redacta sobre los proyectos hechos por el soberano para echar a Carausio. Otro panegírico hecho después de gobernar Constantino I narra que la ocupación no triunfó por una tempestad, si bien Carausio se la tomó como si hubiera derrotado al enemigo y Eutropio redacta que el enfrentamiento comenzó para nada, por la capacidad castrense de Carausio que le obtuvo una rúbrica de un acuerdo de conciliación.
Carausio empezó a hacer guiños dirigidos a legalizar y considerar su posición de forma oficial. Imprimió monedas suyas e instauró la embajada con el Imperio, mientras que acataba y alababa a Maximiliano y más tarde a Diocleciano. Sin embargo, debió de promover el desencanto por su docilidad con Roma entre las etnias britanos. Su alias esculpido en un monolito miliar de Carlisle, indica que toda la Britania romana figuró bajo los dominios de Carausio.
La recuperación del Imperio: Constantino I, que en 293 era el Emperador del Occidente, arrinconó a Carausio y recuperó la posesión de Galia que dominaba el sublevado. Cercó el embarcadero de Bononia, levantando un muro en toda la salida del muelle para que los sublevados no huyeran por vía marítima y para que no recibieran auxilio por el mar ocupando Batavia en la desembocadura del Rin, garantizando la seguridad de la parte de atrás, por si sufría un ataque de los francos amigos de Carausio, pero, no le era posible llevar a cabo una ocupación de Britania mientras no se hiciese una escuadra apropiada. Carausio, que permaneció en el gobierno por el espacio de siete años fue muerto por su subalterno Alecto, que subió al poder.
En 296, cuando pasaran tres años de la muerte de Carausio, empezó la recuperación de Britania. En la que Maximiliano ocupó los lindes de Rin, Constantino partió su armada en algunas facciones. Hizo que le acompañara un destacamento desde Bononia y otra que lideraba Asclepiodoto líder de la Guardia Pretoriana salió desde El Havre. Salieron en un día malo en lo meteorólogo, empero la bruma favoreció a los buques de Asclepiodoto para que no los vieran desde los barcos de Alecto, aparcados en la ínsula de Wight. Desembarcaron no lejos Southampton y prendieron fuego a su flota. Los sublevados se vieron en la necesidad de replegarse hacía el mar, sin embargo al realizarlo se metieron en otro destacamento, por lo cual fueron atrapados. El mismo Alecto fue apresado y ajusticiado en el enfrentamiento, que había abandonado todas sus identificaciones para que no hallaran su cadáver. El lugar de la batalla parece ser que fue Silchester. Una fracción del ejército romano que por la bruma se separara de los otros cuando pasaban el estrecho, apresaron o los demás soldados de Alecto, la mayoría francos, en Londinium (Londres), a los que derrotaron. Hasta Constancio, según se cree, no apareció en Britania antes de terminar el enfrentamiento y el narrador del panegírico asegura que los bretones lo recibieron como un salvador.
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