Hoy entre en una página web donde solía publicar mis relatos cortos, cosa que no hago desde hace un año, quizás un poco más. He estado leyendo relatos de otros autores, y también me pase a leer los míos, por recordar. Me fije en un detalle que ha golpeado con una fuerza brutal dentro de mí, y es que hasta ahora no había caído en él. La mayoría de los relatos que son publicados, no tienen por regla general ningún comentario al respecto, en cambio algunos propios si los tienen, al menos la mitad de ellos. Y eso no sé por qué ahora, justo hoy, ha hecho que la maquinaria que me compone se active, he notado un “clic” y todo ha vuelto a funcionar.
Posiblemente, pienso yo, que he estado embotado en mis propios quehaceres, sin tiempo para pararme a reflexionar o crear algo concreto, y esas palabras que me brindaron personas anónimas amantes de la pluma hayan encauzado aquello que en un punto se desvió sin darme cuenta. Ahora me percato de la importancia de esas palabras, y la de otras tantas, por animarme a seguir escribiendo, por valorar lo que yo no valoro como algo más allá de lo mundano, como algo bello y profundo.
Hay cosas que se me hacen cuesta arriba, una de ellas es plasmar ideas sobre un papel. Pero esos empujoncitos que me habéis dado, hicieron que las cuestas no las sintiera tan pronunciadas. Así pues, hoy es el momento de dar las gracias al aire por las felicitaciones anónimas en la red, y las gracias a aquellos que están leyendo esto, y que en algún momento me otorgaron unas palabras de enhorabuena o ánimos.
Hoy entre en una página web donde solía publicar mis relatos cortos, cosa que no hago desde hace un año, quizás un poco más. He estado leyendo relatos de otros autores, y también me pase a leer los míos, por recordar. Me fije en un detalle que ha golpeado con una fuerza brutal dentro de mí, y es que hasta ahora no había caído en él. La mayoría de los relatos que son publicados, no tienen por regla general ningún comentario al respecto, en cambio algunos propios si los tienen, al menos la mitad de ellos. Y eso no sé por qué ahora, justo hoy, ha hecho que la maquinaria que me compone se active, he notado un “clic” y todo ha vuelto a funcionar.
Posiblemente, pienso yo, que he estado embotado en mis propios quehaceres, sin tiempo para pararme a reflexionar o crear algo concreto, y esas palabras que me brindaron personas anónimas amantes de la pluma hayan encauzado aquello que en un punto se desvió sin darme cuenta. Ahora me percato de la importancia de esas palabras, y la de otras tantas, por animarme a seguir escribiendo, por valorar lo que yo no valoro como algo más allá de lo mundano, como algo bello y profundo.
Hay cosas que se me hacen cuesta arriba, una de ellas es plasmar ideas sobre un papel. Pero esos empujoncitos que me habéis dado, hicieron que las cuestas no las sintiera tan pronunciadas. Así pues, hoy es el momento de dar las gracias al aire por las felicitaciones anónimas en la red, y las gracias a aquellos que están leyendo esto, y que en algún momento me otorgaron unas palabras de enhorabuena o ánimos.
No hay nada como un sueño para crear el futuro.- Víctor Hugo.
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