Él nunca existió. Es una invención de mi mente.
Él fue un largo sueño. Con las múltiples imágenes borrosas e incoherentes que surgen al despertar.
No es verdad que lo conocí. No es verdad que fui suya. El nunca existió.
La tristeza es sólo un reflejo de mi locura. ¿A quién pretendo olvidar si él nunca existió?
Sus manos nunca rozaron mis muslos, mi boca nunca saboreo su lengua, mi vagina nunca apretó su verga. Es verdad que él no existió.
Lo forme de imágenes, demasiado bueno para ser cierto.
¿Estaba yo sola cuando gemía de placer? ¿Las marcas de mordidas en mi cuerpo las hice yo misma?
El dolor se vuelve físico, el deseo de morir, la sensación de insignificancia. ¿Por qué mi mente me hace pasar por esto?
Quisiera escribir sobre alguno de los encuentros que inventé. Sobre cómo me quitó a ropa, como me beso, como me apretó contra él, como termino su semen en mi boca, como me abrazó al terminar. Como se despreció se convirtió en lo cotidiano. Como desee más de lo que parece que merezco.
Quiero escribir pero no recuerdo el placer, solo se dé la tristeza que dejo el sueño.
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