La secta religiosa

Si a una persona no le gusta un rito o un espectáculo, por más que un ser querido, en un momento dado, le arrastre a asistir en su compañía, tarde o temprano abandonará esa asistencia.

Eso fue lo que le pasó a un amigo, el cual se echó una novia, la que era una fanática religiosa y ella le arrastró a asistir en su compañía a los ritos religiosos de su devoción. En los que fue recibido con muy buenos modales por los allí reunidos y como si recuperaran a un hijo descarriado. En esos ritos pasaban más de 2 horas. Donde le daba tiempo a quedarse por un momento dormido pegado a su novia, de lo aburrido que allí estaba. Pero lo peor era cuando pasaban una especie de cazo grande con el fondo de tela con billetes de 50 euros dentro, que él no se los había visto meter a nadie, para que también metiera más, a lo que no estaba dispuesto y solo metía unas monedas, que para él, era como tirarlas a la basura.   

A esos ritos asistió tres veces con su novia y luego se negó asistir a más. Para sorpresa de los fieles de aquella religión, cuando supieron la decisión de este amigo; al que creían tener conquistado como un pagano más de la familia, componentes que creían ciegamente en lo que profesaban, porque la conversación de ellos era hablar solo de su Dios.