Denunciar relato
Vidas que pasan desapercibidas, vidas que pasan ante nuestros ojos sin ni siquiera atisbar la ligera brisa que dejan con su movimiento. Estamos tan obsesionados con nuestra propia existencia que, a veces, no somos capaces de ver más allá. Pero, de repente, levantas la cabeza y miras a tu alrededor y te das cuenta de que en el mundo no estás solo. Lo tuyo no es lo único, ni lo más grave, ni mucho menos lo más importante. Sólo eres uno más en este mundo lleno de vidas de todas las formas, colores y personalidades. No somos capaces de llegar a comprender las diferencias y las semejanzas que tenemos con los demás. La mayoría de las veces, no nos damos cuenta porque ni siquiera intentamos profundizar un poco más en qué es lo que hace a una persona ser cómo es, qué circunstancias le han llevado a estar donde está y de qué manera percibe el mundo.
Cada persona es el camino que ha recorrido, lo que ha dado y lo que ha recibido en la vida, lo que ha aprendido a través de sus experiencias y cómo ha afrontado los golpes. No es fácil juzgar a alguien sin tener toda esa información. Si es así, ¿por qué nos resulta tan fácil criticar lo que desconocemos? ¿Qué nos hace pensar que somos mejores que los demás, más válidos o más importantes? Siempre me he preguntado por qué hay personas que tienen la manía de compararse con los demás, de medirse constantemente y de intentar ser superiores que el resto a toda costa. Por qué existe esa necesidad de criticar aquello que no nos incumbe, de inmiscuirse en las vidas ajenas y de pensar que aquello que los demás piensan de ti, importa más que lo que piensas tú mismo.
Mi humilde opinión es que, si conseguimos levantar la cabeza para echar un vistazo alrededor, lo hagamos con buenas intenciones y nos empapemos al máximo de todo lo bueno que esas vidas nos pueden aportar, dejando de lado las críticas, competiciones y comparaciones, que no sirven para nada más que para empañar nuestros días.
Cada persona es el camino que ha recorrido, lo que ha dado y lo que ha recibido en la vida, lo que ha aprendido a través de sus experiencias y cómo ha afrontado los golpes. No es fácil juzgar a alguien sin tener toda esa información. Si es así, ¿por qué nos resulta tan fácil criticar lo que desconocemos? ¿Qué nos hace pensar que somos mejores que los demás, más válidos o más importantes? Siempre me he preguntado por qué hay personas que tienen la manía de compararse con los demás, de medirse constantemente y de intentar ser superiores que el resto a toda costa. Por qué existe esa necesidad de criticar aquello que no nos incumbe, de inmiscuirse en las vidas ajenas y de pensar que aquello que los demás piensan de ti, importa más que lo que piensas tú mismo.
Mi humilde opinión es que, si conseguimos levantar la cabeza para echar un vistazo alrededor, lo hagamos con buenas intenciones y nos empapemos al máximo de todo lo bueno que esas vidas nos pueden aportar, dejando de lado las críticas, competiciones y comparaciones, que no sirven para nada más que para empañar nuestros días.
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