El cielo no me espera. El infierno ya lo viví. Las cabezas ya no razonan. Los corazones son un yermo. ¿Siento algo vivo por aquí?. ¿O acaso está todo exánime? El miedo no tiene miedo. La sangre no exhala sangre. La mía ahora está fría. Gélidas mis piernas, como carámbanos. Algo huele fuerte a podrido. Noto el hedor desde aquí. Creo que no soy yo. Pero flota a mi alrededor. Me resulta conocido, excesivamente humano. Intento dejarlo atrás cada día. Aunque aparece en cada esquina. Puede que sí sea yo. Misantropía como forma de vida. Mi largo camino se dispersa. Empecinado deambulando por la vida. Vida que está mal hecha. Avanzo, a veces sin pensármelo. Me enfrento con el diablo. Mi libertad no ha muerto. Desbloqueo todos los malditos obstáculos. Sólo queda ese gato negro. Mas nunca cambia de color. Mi cabeza trata de hablarme. Mis manos ejecutan la vesania. Mis sueños asustan a Freddy. Pesadillas recorriendo todas mis venas. Camino, me acompañan mis fantasmas. Unos hablan, otros se ríen. Si decidieran marchar, los extrañaría. Quisiera observar desde el Olimpo. Domar a Pegaso y volar. Pero me detiene la realidad. Algunas miradas hieren, te masacran. Mi interior, cerrado por exasperación. No entiendo nada de poesía. No preguntes por el amor. Cupido dispara con un rifle. La palabra es mi arma. La lengua cargada de munición. Se me agotan las lágrimas. Mis entrañas aprisionan la razón. ¿Todo lo cura una sonrisa?. Nadie engaña a su corazón. Nada ya me da calor. Tumbado, tiritando en el desierto. Amargo final para ningún comienzo.
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