Mal recibimiento

  Había tenido malos recibimientos pero una tabla en la cara al doblar la esquina los superaba a todos; tan solo algo aturdido, debido principalmente a la poca pericia de quien manejaba el madero, me puse en pie; no sé si fue por el instinto de supervivencia o por la mala hostia que gasto pero el hecho es que antes de que hubiera acabado de resonar en las paredes cercanas el golpe ya me había tirado con todo hacia la sombra que, sorprendida, sujetaba el trozo de madera como si él tuviera la culpa del insospechado resultado; la rabia que descargué en él y lo inesperado de mi respuesta le dejaron inmóvil, lo cual facilito mi venganza, que no fue precisamente poca. Además de los golpes que su menudo y joven cuerpo recibió, y que estoy seguro que le recordaron durante semanas nuestro fugaz encuentro, le saque de los bolsillos las carteras robadas ese día, aun con el dinero y documentos dentro, también me hice con su reloj, cadena al cuello, anillo y hasta me lleve los zapatos, eso solo por joder claro.

Seguramente la próxima vez tendrá bien cuidado de no intentar robar a un hijo de puta curtido por la mala vida y los encuentros desafortunados.