Fue el veintinueve de Enero. Serían las seis y media de la mañana. Ángel se levantó y se cayó. No sabía qué hacer. Empezó a sangrar de la cabeza y estaba desorientado. Como pude avisé a la vecina. Ella al ver el panorama, llamó a urgencias. Ángel estaba muy mal y yo lo sabía. Al poco, vino una unidad medicalizada. Y casualmente mi hija, abría la puerta de casa. Me tranquilicé. Le ingresaron de urgencias. Según me dijo Pili, estaba en coma diabético y la situación no pintaba bien, no había manera de estabilizarlo….
Creo que mi hija, me estaba preparando para lo peor, para todo lo que después iba a venir. Yo no quería verlo y él tampoco.
Estuvo ingresado casi veinte días. Ella pasaba las noches conmigo y subía a estar con él, cuando salía del trabajo. No sé cómo se arregló, todo este tiempo, pero lo que sí sé, es que ha estado ahí siempre.
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