El premio por ser un caballero

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Ciertamente, en estos días, vamos mirando gente pasar y no sentimos la obligación de ser amables con todos. Obviamente no podríamos ser corteses con todo mundo, y menos en esta ciudad de México donde todo es estrés.

A pesar de mi edad, 25 años, fui criado en un pueblito muy humilde, por un padre de aquellos que tenían porte y viajaban en tren, a pesar de su humilde condición, se rodeaba de personas en ese entonces importantes. Por eso a pesar de mi juventud, (no siempre) pero me desenvuelvo muy a lo mayordomo ingles.

Era una tarde de viernes, al sur de la ciudad de México. Yo, había culminado mi semana en el hotel royal que, para los que conocen, saben que está en el periférico.

Levante mi mano, y el microbús se estaciono junto a mí, en eso, una dama corriendo gritó para que el bus no la dejara.

-suben... le dije al operador, el cual ascendió con la cabeza y freno totalmente.

Me pare junto a la puerta del “micro” y le di el turno de subir a la mencionada mujer. Le extendí mi mano y le pedí que me dejara ayudarla, pero su mano sobre la mía me hizo sentir una descarga eléctrica a la que, solo pude quedarme perplejo mirándola a los ojos.

-gracias mi amor, que amable, -me dijo con una dulce pero madura voz.

Era una mujer  de 47 años, lo sé porque me lo dijo después, un cabello entre rojizo y naranja fuerte. Que llamaba mucho la atención pero, dado su tono de piel moreno muy clarito le combinaba perfecto. Unos ojos café muy claro, encantadores, una nariz fina y unos pómulos que dada su edad, pocas mujeres los tienen. Unos labios pequeños pero carnosos con unos dientes blancos y perfectamente derechitos, más o menos de un metro y 65, justamente mi estatura, y con un cuerpo muy conservado, con un busto elegante y pequeño, pero un trasero precioso y cuidado.

La vi subir con perfecta elegancia los escalones del bus y me pregunte ¿como una mujer vestida de burberry, viajaba en transporte público? Ella pago con billete y yo le di mi cuota exacta al operador y me pase primero a la parte de atrás.

Solo había un asiento y me pare junto a este, voltee, y con la mirada le di a entender que lo reserve para ella.

-siéntate hermoso, por mi no te preocupes. –me dijo con total confianza que no pude evitar sonrojarme.

-por favor… como podría llamarme caballero si dejo a tan hermosa dama si asiento. –le dije con una expresión inmutable, para que viera que su personalidad no me movía.

Ambos sonreímos, y tomándola nuevamente de la mano, la ayude a sentarse, creo que nuestro rimbombante momento no iba a juego con el ambiente del microbús. Pero eso no me importo.

-Ay pequeño hermoso, de verdad que si tan solo hubiera más hombres como tú, la vida seria hermosa. No solo eso, si mis hijos fueran la mitad de educados que tu, no me avergonzarían tanto. –dijo sonriendo y guiñándome el ojo.

-No es nada, por favor, me está sonrojando con lo que me dice, la verdad es que todo el día sentado, ya me hacía falta irme parado unos minutos. -Le dije con una calma que contagiaba.

En ese momento, la persona que iba junto a ella en el asiento, pidió permiso para salir porque bajaba próximamente.

-siéntate corazón, hazme el honor de acompañarme. –De verdad que tanto halago me daba cosquillas, pero mas su cara de promiscuidad, y esos ojos claros me encendían despacito.

-¿donde trabajas mi amor?

-en el royal, soy contador en el royal. –le dije sintiéndome fluir con naturalidad.

-Uhhh, trabajar en un hotel, seguro aprovechas las habitaciones para encerrarte con alguna chica ¿no? Porque con tus tablas seguro traes locas a las damas con las que trabajas.

-para nada, no nos permiten hacer eso y además soy casado.

-Huy mi vida. ¿Eso te detiene? No te creo. Conozco a los infieles porque yo soy una. –No podía creer que me dijera eso así de golpe.

-O sea que me aconseja ser infiel… -viéndola a los ojos y dejándole en claro que su respuesta pudiera comprometerla me dijo.

-Solo digo que disfrutes tu juventud, al final, el ser buena esposa o esposo no compite con el sentimiento de que dejaste muchas oportunidades pasar.

-Pues si usted… me diera una…

-Pensé que no me lo pedirías. –se levanto y pidió la bajada. Bajamos y tomamos un taxi, nos dirigimos a un hotel. Ella pago la cuenta y subimos rápidamente a esa habitación.

-me importa poco si piensas que soy una puta, el que me cito en el royal me dejo plantada y yo hoy cojo porque cojo.

Me desvistió con la experimentada maestría de sus años, desnudo, me sentó en la cama mientras ella de manera pecaminosa y soberbia se quitaba su ropa. El ver como llovía su ropa, el ver como resaltaban sus pequeños senos pero majestuosas nalgas me éxito muchísimo.

-Deja que todo te lo haga yo por ahora; y veras que nunca te han hecho lo que yo.

Me mantuve sentado mientras ella pasaba sus pezones aun no tan duros sobre mi pene, recorrió con sus manos mis piernas y con sus pechos me estimulaba los testículos. Tomo mi verga con las manos y la chupo delicadamente pero muy cachondo. Su lengua se deslizaba de lado a lado y entre mis huevos.

Me empujo a la cama y se subió sobre mí, al ver su precioso coño peludo pero excitante, mi miembro se puso aun más duro. De un solo movimiento lo clavo todo, ella estaba muy caliente por dentro y no pude evitar suspirar,

-¿Te gusta mi pichita? Ahora veras lo que puede hacer.

Se empezó a mover en círculos y mis huevos sentían como sus calientes nalgas los apachurraban causando un delicioso dolor.

Se acerco a mi boca y me beso delicadamente, irónicamente su vulva era más que salvaje conmigo pero en su rostro había tranquilidad.  Me vio a los ojos, me sonrió de la manera más perversa que jamás había visto y me dijo.

-¿Estás listo? –La verdad, me dio temor, pero su mojada vagina hizo que no me importara y moví mi cabeza diciendo que si.

Me abrazo de la espalda y sus nalgas empezaron a bajar y subir a una velocidad increíble, no pude hacer otra cosa que chuparle sus chichitas que ya tenían duros los pezones, mi pene convulsionaba y su velocidad y humedad estaban aumentando. Ella gemía alto, y sus gestos eran tan calientes que me puso a punto.

-Te vas a venir ¿verdad mi amor? –Si mi amor. Solo eso salió de mi boca.

Sus nalgadas golpeaban con mas fuerza en mis testículos, los cuales, no podían hacer mas y finalmente me corrí adentro pero ella solo bajo el ritmo.

-Me encanta sentir tu leche adentro.

Como ella no terminó, la ayude tocándole y chupando su clítoris, gritaba y ponía los muslos duros hasta que se vino en mi boca espectacularmente. Después de ese fenomenal orgasmo, salimos del hotel y nos despedimos con un romántico beso.

 que su la vi otra vez? NO. Ya no.

 


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