11:43

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Ya llevo dos años viviendo en este departamento con mi esposa e hijo. La verdad ni mi esposa ni yo, conversamos con los vecinos, no acudimos a sus reuniones ni los invitamos a las nuestras.

Mi vecina… Elizabeth, Es una chica chaparrita de pelo negro corto, con unos ojos grandes y carnosos labios, tiene una cara redondita y con unas mejillas abultadas. Unas piernas hermosas y amplias caderas, con un trasero que yo lo sé, no solo a mi me provoca nalguearlo. El oírla hablar de forma tan vulgar, hace imaginarla diciendo cosas sucias estando desnuda. Pues por dos años solo la veía pasar y me sacaba un suspiro, Ella lo sabía y muchas veces me miraba coqueteando muy descaradamente.

A pesar de que me coqueteaba, y lo sabía. Yo jamás le hable más de la cuenta porque el problemón que se me armaría en casa, y causaría daños muy serios. Pero llego abril y con él las vacaciones de semana santa.

En mi trabajo me dieron solo dos días de vacaciones, pero a mi esposa, su sindicato le otorgo dos semanas completas con goce de sueldo.

Mi esposa y yo somos del estado de Puebla, y siempre que podemos vamos para allá a visitar a la familia. El primer fin de semana de vacaciones nos fuimos mi hijo, mi esposa y yo a nuestra casa en puebla. Pero ellos se quedarían las dos semanas porque el lunes siguiente yo debía estar laborando.

Llegue de noche el domingo y me tope con Elí en el pasillo que da a la puerta principal, solo pude saludarla y me seguí con mi maleta a la puerta de mi apartamento. Mientras insertaba la llave en la puerta voltee al cancel de la calle y Elí me estaba mirando mientras hacía como que cerraba.

Le sonreí y me introduje al departamento, acomode la maleta y fui al baño a refrescarme. Me dispuse a cerrar la puerta. Cuando Elizabeth precisamente pasaba frente a mi puerta, me coqueteo y se siguió caminando.

 Siempre durante estos dos años después de verle el trasero, me llevaba la mano cerrada en forma de puño a la boca y tronaba un beso mientras mi mirada no se despegaba de sus nalgas, lo sé, es muy vulgar, pero eso me salía tan natural con ella como respirar. Pero esta vez lo hice un poco más fuerte, -Chiquita susurre como de costumbre, -Pero esta vez, sí se detuvo en el segundo escalón de su escalera. Me puse nervioso, pero no pude meterme a la casa. Ella no giro su cuerpo, solo su cara hacia mí y una sonrisa súper sexy salió de su rostro. Yo también sonreí y eso le dio pie a caminar a mi puerta.

-¿Qué paso chiquito? Ni creas que no escuchaba antes esos besitos cuando te doy la espalda, pero no te dije nada porque la verdad, siempre está tu señora contigo. Pero ahora que veo que llegaste solo dímelo de plano… ¿te gusto? O ¿porque tanto besito? O será que nada mas te gusta andar prendiendo mi boiler y luego no te quieras bañar…

-¿Y si sí me quiero bañar? –le dije tocando levemente mi entrepierna.

Ella me miro al paquete, subió la mirada y al ver que movía levemente la cabeza diciendo que si, solo se limito a confirmarlo.

-¿en serio? Porque si me dices que sí, yo nada mas duermo a mis hijos y te caigo aquí en la noche. –le confirme que si, viéndola con los ojos encendidos de por fin después de tanto verla y desearla, la tendría desnuda en mi cama.

-está bien, prepara todo y al rato te toco despacito tu puerta. –y se subió a su departamento, no sin antes voltearme y advertirme apuntándome con el dedo, a lo que solo reaccione frotándome el pene mirándola fijamente.

A las once cuarenta y tres de la noche escuche su voz en mi ventana y corrí hacia la cortina, tres toquecitos tenues y yo corrí a la puerta. Las luces estaban apagadas y solo abrí sin ruido la entrada a su cita conmigo.

La vi y me deslumbro. Se puso un pantalón de mezclilla súper ajustado, una blusa de tela negra transparente que dejaba ver su sostén negro y mostrar un poco sus pequeños pero firmes pechos.

La hice pasar y tras ofrecerle una copa de vino blanco, me acerque a ella y la tome de la cintura.

La bese primero del cuello, y percibí ese rico olor a versache. Ella me subió la playera y me abrazo y me beso en la boca mientras me acariciaba costados y espalda, le quite primero el pantalón porque era su culo lo que tanto deseaba ver.

-¿Te gusta mi culo? Pues tómalo y has con él lo que quieras.

Con el calzón puesto, lo acaricie y lo bese sin importarme nada, le toque su sexo por encima de la ropa interior, estaba incado ante ella y mordía su braga junto con uno o dos vellos, me levante y la bese con calentura desbordada. Ella me desnudo enseguida y yo le quite blusa y brasier, me inque nuevamente, y suavemente le baje su braguita de puro encaje negro, al quitársela, el olor rico de su sexo me puso aun mas frenético.

Apague la luz tenue de la cocina y la acosté a oscuras en el sillón. Besándola de pies a cabeza, ella me acariciaba muy delicioso, no podía creer que realmente la estaba cogiendo.  Ella abrió sus preciosas y calientitas piernas, y le introduje mi pene sin mesura ni precaución. Ella al sentirlo todo adentro, note como abrió completamente la boca y jalo aire fuertemente. Primero me empecé a mover suave, pero conforme iba pasando el tiempo, el golpeteo de nuestras pelvis chocando se daba cada vez más fuerte, al sentir su humedad, mi pene quiso correrse, así que se la saque y me baje a chuparle su delicioso coño. Le subí las piernas y le metí mi lengua en el orificio anal. La sensación de placer generó sensaciones en ella de tal manera que su cuerpo comenzó a contorsionar involuntariamente, apretaba mi cara con sus muslos y sus gemidos se prendieron rozando el límite.

-¿Te la meto? –Le pregunte aunque ya sabía la respuesta

-Si… méteme tu verga, quiero sentirla rompiendo mi culo.

-Y así, con las piernas tan abiertas y alzadas, se la metí de dos movimientos todo mi miembro hasta la base de los huevos. Su ano me apretaba con cada metida. Sus gemidos se estaban convirtiendo en excitantes gritos. Le puse mi mano en la boca porque si era mucho el ruido.

-Tu vieja grita más,

Me dijo mientras me abrazaba con fuerza. Se la metía con más salvajismo y sentí un chorrito de fluido caliente mojar mi pelvis completa. Sabía que se había venido y dado que me tenía a punto decidí dejarme venir también. Sintió dentro de su delicioso ano como mi pene pulsaba y derramaba en ella mi semen.

Extasiados, nos quedamos abrazados por un momento. Y después de fijar nuestra confidencialidad, se fue… pero regreso sin falta a las 11:43 de cada noche,  de cada día, en el que estuve solo en casa.

 


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