No podía creérmelo, después de tanto tiempo, él estaba allí, delante de mí, con ella.
Cuando yo tenía dieciocho años, le conocí. Era un chico mayor que yo, algo que hizo que en un principio no sintiera interes en él, quizá la desconfianza por la diferencia de edad, pues el tenia 24 años.
Había tardado 2 años en reconocer mis sentimientos hacia él, pero era extraño porque era un amor ciego, pues nunca le había visto en persona.
Siempre que intentábamos quedar, pasaba algo, (que casualidad), hasta que de repente un dia me dejó de hablar sin saber por qué.
Al año volví a hablarle, porque le echaba de menos, y no podía estar con nadie por su recuerdo. El parecía que me esperaba pero, era una mentira más, la primera mentira o la última, quien sabe.
Seguimos hablando durante meses, hasta que de repente un dia el pareció borrarme de su vida. De nuevo desapareció y yo me sentí completamente destrozada al descubrir el por qué.
Él, la tenía a ella, y ella, no era yo.
Pero ahora, después de nueve años, le tenía delante de mí, por primera vez. ¿Cómo olvidar aquellos ojos que un dia me hicieron soñar, sin tan siquiera verlos? Ella le miraba enamorada, con los ojos brillantes, como si fuera la única persona en aquel lugar, ante ella. Los ojos de él, en cambio, no brillaban con ese cariño, estaban vacíos.
Como si mis pensamientos le hubieran llamado, se giró y me miró. Después de 9 años, estábamos cara a cara.
Sentí como mi corazón comenzaba a latir cada vez más rápido, la sangre parecia haber abandonado mi cuerpo, sudores fríos se abrían paso por mi piel. Aquellos ojos azules que un dia me robaron el corazón, estaban abrasándome.
Sin decir nada, me abrazó, yo no supe que hacer, ni si quiera me moví. Mis sentimientos eran confusos, era una mezcla entre amor y rabia, dolor y emoción.
Ella miraba atónica, yo solo miraba a la nada, asimilando lo que estaba pasando. Le aparté suavemente con las manos, lo miré sin decir nada, y me marché.
Le estaba dejando atrás. Él me llamaba.
Si mi yo adolescente me viera ahora mismo, gritaría “que estás haciendo estúpida”. Pero ahora era fuerte, y me acababa de dar cuenta, después de tanto tiempo, que me merecía algo mejor.
Él miraba como se alejaba la chica que un día apartó de su camino, y sentía como los remordimientos se apoderaban de él. Se sentía estupido por no haberla dado una oportunidad cuando ella decía quererle. Era consciente aun así, de que era tarde, y aunque no quería reconocerlo, sabía que la había perdido para siempre.
Hoy, ella, dejaba de ser de él.
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