Premio de consolación.

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Son exactamente las cuatro cuarenta y tres de la mañana, una extraña sensación me despertó. Me siento extraño, tengo un hormigueo recorriéndome el cuerpo completo y mi corazón esta latiendo acelerado. No logro entender que me sucede.

El sonido de un cristal rompiéndose me acelera nuevamente el pulso, en el departamento de arriba hay una pelea. Una vez más, mis vecinos exponen las frustraciones de una relación que nunca tuvo credibilidad. Ella se embarazo de el al buscar desahogo de la ruptura de su antiguo novio, el que más amo en la vida y duro con el casi siete años, pero debido a su trabajo, los caminos fueron hacia lugares distintos. El, simplemente le atrajo intimar con ella y nunca pensó que esa noche loca tuviera una inocente consecuencia. Tabúes y maneras de pensar ortodoxas pueden encadenar a las personas a vivir como enemigos. Y cada vez era más evidente la mala relación de Omar y Patricia.

Prendo un cigarrillo y levanto las cosas en mi recamara. Sé que “Pat” vendrá y buscara consuelo en mis brazos como todas las veces en que esto ha sucedido. Ella sabe que su vida no me importa, pero le encanta que solo la escuche sin juzgarla, sabe que no siento nada por ella, pero se estremece hasta el fondo cuando mi cuerpo se preocupa por complacerla hasta en el detalle más insignificante. Una mujer cansada de reproches, engaños  y el interminable egoísmo sexual de su pareja, la han hecho buscar lo que le hace falta en otro lado. Y yo, satisfago su fugaz capricho. Aun sabiendo que no será más que eso.

Los gritos se escuchan más fuerte, unos pasos llenos de furia retumban bajar por la escalera. Mis ojos ven por la mirilla de mi puerta y lo veo partir maldiciendo su vida en sincronía conmigo, pues resarcir sus acciones, no me da más que una leve y fugaz satisfacción.

Pasan los 16 minutos de regla, en los que seguramente ella duerme al bello ser que le da fuerzas para seguir aguantando su patética vida. Puntualmente a las 5:00 am escucho unos nudillos tocar de manera inconfundible mi puerta, como es costumbre eh servido dos whiskies, me dirijo a la puerta con y giro el picaporte.

Ella me mira con los ojos calmándose gradualmente y me susurra un “hola” al que pronto correspondo extendiéndole mi mano ofreciéndole el trago que tanto necesita, caminando lo va ingiriendo mientras me dice que ya no puede más.  Llega al filo de la cama y se sienta regresándome el vaso vacío para que le ofrezca otro, en mi puño ya tengo la botella de whisky de 18 años porque esto ya es una frívola rutina.

Nuestros vasos chocan a salud de aquel imbécil y de su momentánea ausencia que tanto bien genera. Después del mismo sermón de maldiciones y preguntas que ya antes se han contestado me abraza muy fuerte, yo le digo todo lo que ella desea oír, o sea, nada. Solo la tomo de la cintura abrazándola fuerte por un buen momento. Ella solo quiere sentirse protegida, aunque sea de alguien a quien no le interesa en lo absoluto.

Su boca busca la mía, que incondicional siempre está ahí para lavar sus heridas, su lengua recorre mi boca y su coraje se empieza a transformar en un excitante frenesí, sus manos me aprietan la espalda y las siento frías entrar bajo mi camiseta, suben precipitadas y me descubren el pecho. Su boca se desliza en mi cuello y baja sensual hasta mi abdomen, su cabello castaño muy claro y largo, cosquillean mi estomago, mi cuerpo comienza a estremecerse y siento sus manos bajando mi pijama sin poner resistencia, me sienta y me tocan las yemas de sus dedos desde el tórax hasta mis piernas. Sus ojos me miran fijos y en ellos hay pasión, su piel dejo de estar fría y un cálido vapor me recorre desde el pecho a mi entrepierna.

Un beso chillante sobre mi glande es la señal para que ella se pare y me deleite con la lluvia de su ropa, su blusa de dormir sube violenta dejando admirar esos senos naturales con un tatuaje en medio con la imagen de una mariposa, sus areolas café oscuro adornan perfectos los duros pezones que me provocan morderlos y besarlos con locura. Sus manos los aprietan excitándome más, y sus manos se sumergen bajo su pantalón deslizándolo en sus suaves y delicadas piernas mostrando un monte de Venus limpio, depilado, que también esta excitado porque unos centímetros abajo, una gota brillosa sale de unos delicados labios resbalando por su muslo.

Ver esa escena me enloquece y mi sangre hierve, ella lo sabe y se acerca hincándose frente a mí. Sus labios devoran mi boca y sus manos frotan mis rodillas subiendo lentas por mis piernas. Sus senos rozan mis genitales y sus duros diamantes rodean mi sexo, sus manos toman sus senos y rodean mi erecto y también inflamado pene. Suben y bajan regalándome una suavidad caliente llena de placer y erotismo, su mirada en mis ojos me revela su perversidad. Su cuerpo comienza a escalar hasta dejarla sobre mí, con el resoplo de su aliento en mi frente.

Mi sexo estaba preparado para recibir su calor, sus piernas estaban abiertas rodeando mi cintura, pero ella sigue gateando pasándome sus monumentales pechos en mi boca, que sumisa, chupa y muerde sus perfectas formas. Un jadeo delirante se hace presente, como una gotita tibia cae en mi abdomen. Me esta torturando saber que su humedad esta al máximo y quiero estar dentro de ella, pero continua gateando y ahora conozco sus intensiones. Su sexo delicado y jugoso esta frente a mi, mi nariz se desliza y de paso olisquea tan rico manjar, mis manos suben por sus piernas y aprietan una obra de arte redonda y suave, sus glúteos no me cabe en las manos y los acaricio en círculos apretándolos con los dedos, los abro y por un segundo mi dedo toca un delicado orificio y ni miembro quiere estallar.

Su grieta aterriza en mi boca, que la espera ansiosa, la acaricio delicadamente con mi lengua, solo la punta de mi lengua la hace estremecer y en ella resbala un hilo transparente de líquido caliente. Escucho sus gemidos a lo lejos y mis manos acercan completamente ese fruto tan delicioso y de exquisito sabor, lo beso, lo chupo y lo succiono. Mis dientes aprisionan delicadamente sus labios y mi lengua hace de su clítoris su más entrañable amigo. Sus piernas pasan sobre mí y sus pechos están en mi cintura. La humedad de su boca me comienza a succionar, mi boca chupa frenético  lamiendo y apretando su culo con mis manos al sentir el movimiento de su boca en mi miembro.

Una vibración trae consigo un chorro caliente de fluidos salados que mi cuerpo no puede más, estalla llenándola de un también caliente elixir, ella se encarga de limpiarlo y regresa su cara a la mía y me besa.

Me abraza por unos minutos y luego comienza a vestirse, el tiempo acabo el reloj marca las seis y debemos regresar a nuestras vacías vidas, Sin hablar la veo irse.

Añorando la próxima visita de consolación.


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