Desconocidos en el transporte publico.
Por DavidDeSiempre
Enviado el 10/06/2016, clasificado en Adultos / eróticos
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Generalmente yo no ando buscando acosar a las mujeres en el transporte público, nunca he sentido la necesidad de andar haciendo saliva rozándome con un cuerpo al que muy seguramente ni disfrutaría. Que equivocado estaba, apenas descubriría la emoción de frotar a un cuerpo desconocido y sentir la adrenalina de pervertirme a ojos de todos, consensualmente claro.
Pues salí de trabajar y me subí en el “pesero” que va al metro C.U. y estaba totalmente atascado, para los que saben, cuando ya no es posible subir en la puerta de enfrente, los operadores te dejan subir por la puerta de atrás. Y esa vez ahí me fui, se abrió la puerta de atrás y con ella una muy excitante experiencia.
Subí y ya en los escalones había gente, y una chica de hermosas piernas estaba en el segundo escalón. Llevaba una falda blanca con tablillas que terminaban en pinta unos zapatos con un tacón muy bajo pero aun así pronunciaban los músculos de su pantorrilla, mi mirada subió y el aire levantaba levemente la falda, dejando una sombra cachonda de la unión de sus hermosas piernas y un trasero grande y muy bien formadito.
Trepe al primer escalón y me tome del barandal, mi mano quedaba a la altura de su pelvis, pero ella estaba separada del tubo y aunque me atrajo mucho, no tenía la intención de tocarla ni de nada más que viajar. El camión se volvió a parar y otras dos personas subieron por esa misma puerta, me pegue lo que más pude al tubo y sentí un cuerpo presionando mis nudillos en el tubo. No quite la mano de inmediato porque mis ojos vieron que era su vientre la que estaba tocando, pensaba que ella se retiraría al darse cuenta de mis dedos pero ella me miro a los ojos y dio un ligero empuje hacia adelante.
Su mirada me dio consentimiento y solo para confirmar acomode mi mano en el tubo rozando mis nudillos en su pubis, una sonrisa discreta se dibujaba en su rostro pero sus ojos seguían mirando la ventana.
El camión hizo una parada en peri sur, gente bajaba y subía en la misma puerta, me acomode y subí hasta el tercer escalón y me pegue a su espalda con mi mano aun en el tubo. La estaba abrazando y ella no oponía ninguna resistencia, pude oler el perfume de su cabello y mis labios se resbalaron por el escote de su espalda. Mis genitales sentían un calor abundante al pegarse con su gran trasero, con el movimiento del camión nos pegábamos mucho y con mi mano me jalaba para pegarme aun mas.
Los que apenas subían, pensarían que éramos una pareja de novios calientes mientras que nosotros, ni sabíamos nuestros nombres. Mi cuerpo estaba excitado y sentía mi corazón acelerarse con cada arrimón, su culo se comenzó a mover de lado a lado y mi pene creció hasta llegar a su punto más alto. Con el montón de gente mirando hacia otro lado, mis manos la tocaban por debajo de su blusita, y caminaban paso a pasito hasta llegar a sus pechitos. Mi dedo entraba bajo la varilla de su sostén hasta tocar lo duro de su pezón. Intentaba calmar mi respiración agitada soplando entre su cabello pero fue inútil porque su mano estaba entrando dentro mi pantalón. Su mano toco mi miembro y no pude evitar soltar un poco de líquido pre seminal, ella bajaba más y tocaba mis también duros huevos y los apretaba casándome un cachondo dolor.
Mi mano libre salió de su blusa y empezó a recorrer su pierna alzándole su falda, fácilmente porque su falda se prestaba. Y mis dedos medio e índice entraron bajo el elástico de su calzoncito tocando su velludo y caliente pelvis. Se escucho el frenado del camión, que ya había llegado a su destino.
Sacamos las manos de donde estaban y bajamos el camión, ella caminaba y yo iba tras ella como perro, al subir la escalera del metro veía contonear su delicioso culo que me costaba trabajo caminar con mi erección. Entramos y pasamos los torniquetes, rogaba porque no se fuera al área de damas porque ya no podría seguirla pero ella se fue a la zona con más gente junto al andén.
Se detuvo y me pegue a su cuerpo como si fuéramos dos novios, en un momento sentimos el viento del tren soplarnos fuerte y calentándonos aun mas. Se abrieron las puertas y con ellas, entramos hasta topar con la puerta, empujados por el rio de gente y quedamos frente a frente apretados y mis manos quedaron en sus caderas repagándola en la puerta que ya no abriría.
Era mi segunda oportunidad y con el consentimiento previo, baje mis manos y subí nuevamente su falda, las suyas también fueron a mi pene, que estaba pulsando y mucho mas hinchado que entes. Sentí como sus dedos bajaban el cierre de mi pantalón, unos dedos entraron y bajaron mi bóxer tomando mi verga hasta sacarla totalmente. Sentí que me hormigueaba la cara y mi corazón latía muy rápido por la adrenalina, ella estaba mordiéndose los labios y aunque sonrojada, disimulaba mirando hacia otro lado.
Me pegue a su cuerpo y ella bajo su braga por el frente, con mi glande hacia cirulos en su clítoris y a veces con el movimiento lo presionaba fuerte. Su mano me masturbaba y recorrían la mitad de sus labios hacia arriba y hacia abajo, nuevamente me tocaba y parábamos abrazándonos inmóviles, porque habíamos llegado a Copilco.
Las puertas se cerraban y nuevamente mi caliente compañera seguía estimulándose el clítoris con la cabeza de mi pene, yo solo cerraba los ojos y aguantaba las ganas de venirme, ella me masturbaba apretándomelo muy fuerte hasta que otra vez no nos movíamos. Estábamos en Quevedo.
El vagón se saturo de gente y comenzó a avanzar, sus manos me estaban haciendo sentir tan bien que me había calentado muchísimo, llegamos a viveros y no bajo nadie, en Coyoacán subieron otros dos escuche, y el trayecto a zapata, sus manos y las mías jugaban a voluntad con nuestros sexos calientes.
Ella se tallaba mi verga en sus labios empapados y yo, ya quería venirme, mi mano derecha abría sus nalgas y por momentos tocaba su culo. Intentaba metérselo pero su braga me lo impedía, me tenia calientísimo pero ya estaba próxima la estación zapata.
Metió hábilmente mi miembro en mi pantalón y se subió las bragas, se abrieron las puertas y con ellas salió un mar de gente. Discretamente me subí el zipper y al girar vi que ella salía, corrí tras de ella pero la gente que entro, me impidió seguir avanzando. Las puertas se cerraban y desde el vidrio vi sus ojos verme intrigados, espere a que se abrieran las puertas otra vez pero nunca lo hicieron. Me fui con los testículos duros y excitados, con la piel caliente y muchas ganas y entre tantos hombres que ni para seguir imaginando.
Llegue a centro médico y entre a los baños a masturbarme, ya no podía hacer más, me tome una soda fría y seguí realizando, con una sonrisita la ruta hacia mi casa.
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