Un señor llamado Roberto.

Un dia por casualidad entre al mercado al que tantas veces me había rehusado a entrar, un breve momento de incomodidad y una escena un tanto molesta con alguien fortuito y ajeno a mi camino, me obligo a resguardarme unos pocos minutos en ese mercado de flores. Al entrar percibo sus múltiples aromas , es una sutil liga entre sus diversas especies de flores , y el olor a incienso que vende un anciano al final de un largo pasillo. Varios puestos con ramos de variados tamaños en exhibición para la venta . Allí conocí al señor Roberto, florista de profesión , el cual en el momento de mi llegada daba forma a un corazón conformado en varias tonalidades de colores y especies de flores, donde la que reinaba era la rosa roja de pétalos grandes,  todo un artista al momento de crear, iba tomando con destreza, no al asar, de varios jarrones que tenia en una mesa, cortaba vertical los tallos, luego los clavaba con firmeza y sutileza de experto sin maltratar nada a su paso.- Todo esto este proceso. me dijo: Lo e hecho muchas veces . Todo esto lo hacia sin dejar de decirme con gentileza de caballero, el nombre de algunas flores desconocidas para mí. El corazón ya casi hermosamente terminado cuando daba fin a mi breve visita a su pequeño y caluroso local, que lastima que ese corazón era un regalo póstumo. . .