La alegría de la huerta de la Modernidad fue Blaise Pascal (científico, teólogo, matemático, filósofo y hombre triste). El megacrack de Pascal empezó a petarlo ya de crío, cuando a los 13 años escribe un artículo en el que rebate al propio Descartes (el tío más listo que se paseaba por la Europa de la época). A los 16 inventa una calculadora de madera (ni idea de en qué consistía); sentó las bases de la Teoría de la Probabilidad e hizo experimentos superchulos sobre el vacío. Con 20 años recién cumplidos decidió que eso de ser una estrella de las ciencias no era lo suyo, y que lo de ser científico era un oficio muy duro, ya que siempre puede venir algún imbécil con una nueva teoría mejor que la tuya. Como la filosofía era algo con lo que se ligaba bastante en aquella época (eran tiempos mejores) decidió entender al ser humano y ver cómo y por qué actuaba.
Para Pascal la vida era un completo e irremediable drama (era un tío guay). El ser humano se veía escindido entre aquello que aspiraba a ser (infinito) y aquello que en realidad era (finito). Aquello de tener que morir y de no ser absolutamente perfectos parecía no gustarnos demasiado, y todos nuestros sufrimientos se derivaban del hecho de estar vivos y buscar convertirnos en algo que no estamos destinados a ser.
-Pero, Pascal- podría decirle alguien- yo me siento estupendamente con mi novia, mi familia y amigos, soy feliz así-
-Eso es una parida- diría Pascal- la vida no tiene un fin, por lo que es absurda, y en tu íntima existencia lo sabes, pero te opones a esa realidad poniendo el sentido o el bienestar en cosas que en realidad no lo tienen.
-Pero sí que me siento bien con mis amigos y con la gente que quiero- podríamos tratar de argumentar.
-Todo mentira- diría el lado superpositivo de Pascal- El aburrimiento está irremediabemente ligado a la existencia, y te obliga a darle valor a cosas que realmente no lo tienen, sólo buscas distracciones, buscas olvidar el aburrimiento existencial.
-Qué pesao eres Pascal, ¿qué problema hay si yo le doy importancia efectiva y real a esas cosas?
-¿”Yo”? ¿Qué es eso del “yo”? Tampoco el “yo existe”? ¿Acaso eres el mismo con tus padres que con tu novia? ¿Haces las mismas bromas con un desconocido que con tus colegas? ¡No padre! El “yo” del que hablas es algo ficticio, una bufonada que cambias constantemente para intentar impresionar a los demás seres que se creen “yoes”; todos buscáis admiración.
-Qué petardo eres, hijo. Entonces, ¿no hay nada real y bueno en el ser humano?
-¡Por supuesto que sí! El pensamiento es la dignidad del hombre.
-Okey, me dedicaré a pensar entonces.
.Ts…-farfullaría Pascal- para lo que te va a servir…
-Qué paciencia… ¿Y eso por qué?
-Porque el pensamiento es sólo la racionalización de los deseos, el hombre no se mueve por lo racional, es un ser emocional, lo mueve el egoísmo, la necesidad de satisfacer sus deseos.
-Pero, Pascal ¿No acabas de decir que no existe el “yo”? ¿Quién va a desear entonces? No hay sujeto que desee si no existe el yo.
-Eh… bueno, mira se me ha hecho super tarde, ya hablaremos.
Es cierto que en el pensamiento de Pascal hay una serie de importantes contradicciones, algunos estudiosos con coderas en sus chaquetas consideran que su obra es así porque es un reflejo del ser humano, y como el ser humano es un tipo contradictorio ¿por qué no iba a serlo un libro que habla sobre el ser humano? Supongo que si ese argumento le valió a gente mazo lista no veo por qué no va a valernos a nosotros.
¿Por qué Pascal es una figura tan relevante de la filosofía y de la propia cultura Europea? Porque se le considera el papi del existencialismo, y entender su pensamiento es fundamental para entender la obra de peña tope relevante como Sartre, Camus, (la literatura europea de después de la segunda guerra mundial en general), Unamuno, Heidegger, Kierkegaard y, en cierta medida, Dostoyevski. ¿Qué idea fue tan fundamental? El hecho de darse cuenta de que existir es un problema en sí mismo: al ser seres finitos, al tener una razón finita, buscamos respuestas o sistemas filosóficos Absolutos (es decir: verdades objetivas); en la misma medida buscamos la felicidad en nuestra vida (felicidad absoluta), y hay una contradicción entre lo que somos (seres finitos) y lo que buscamos (lo infinito). Lo peor es que ser consciente de tu propia existencia no te exime de pagar impuestos o de cepillarte los dientes.
“Ahora que comprendo- diréis algunos- que esto de existir es un movidote, ¿qué hago para solucionarlo? ¿Hay luz al final del túnel?”. Ante eso no hay respuesta, chiquis, nuestro amigo Pascal buscaba enunciar la condición humana, no solucionarla, así que rallaros cada uno con vuestra propia salvación.
Como habéis podido ver, la vida de Pascal fue un infierno, terminó sus días en un convento, sin estar demasiado convencido de la moda esa de que Dios era muy grande y había hecho muchas cosas, pero encontrando, igualmente, cierto alivio en la religión. Murió muy joven, a los 39 años, habiendo hecho de todo, como un rockero. Un servidor sigue esperando que Woody Allen haga una película sobre él.
Hayáis aprendido algo o no espero haberos dado un buen tema de conversación para la próxima vez que vayáis a tomar unas cañas.
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