En estos momentos me siento más deprimido que nunca.
Ayer mi novia me dejó.
Mi jefe me acaba de decir que soy el más inútil de toda la plantilla del laboratorio.
La semana pasada me negaron, en el enésimo banco que lo solicitaba, un préstamo para renovar el cuarto de aseo.
Mi madre llamó anoche, metiéndome un puro enorme por no ir nunca a verla.
Viendo fotos guarras este domingo, un virus entró en mi ordenador, borrándome el disco duro.
Cuando he ido al baño, hace un cuarto de hora, mi teléfono móvil se me ha caído al interior de la taza del retrete.
Hace dos días mi coche no paso la ITV y ahora mismo, estoy viendo por la ventana como la grúa se lo lleva, por estar mal aparcado.
Con todo eso creo que tengo más que motivos para poner hoy en marcha el plan que estoy preparando, desde hace ya casi más de un lustro.
Después de años de estudio de física y química, de asimilar matemáticas e informática, de investigar teorías e hipótesis, de analizar planos de instalaciones militares, centrales nucleares, cosmódromos, aeródromos, hipódromos y bases de lanzamiento..........
Por fin, después de todo ese trabajo, ha llegado el momento de ejecutar ese plan secreto, solo conocido por mi mismo.
Podéis pensar que soy un científico loco. De hecho, creo que lo soy.
Pero me importa un comino. La verdad, nunca he sabido que es un comino, pero tampoco me ha importado mucho.
¡Maldita sea! ¡Os vais a acordar de mí!
Bueno, no creo que nadie pueda hacerlo, porque con mi plan, voy a acabar con la humanidad. Con toda. No va a sobrevivir nadie.
Ahora, sacaré una llave de mi bolsillo. Abriré con esta el seguro de un botón, colocado en la consola donde trabajo, en el centro de investigación más avanzado del mundo, dotado con la más alta tecnología.
Apretaré ese botón y comenzará una serie de sucesos en cadena, que en cuestión de horas, acabará con el mundo y sus miserables habitantes.
Y nadie podrá detenerme.
Veis, ahora que ninguno de mis compañeros en el laboratorio me mira, me levanto de mi cómoda silla.
Meto mi mano en mi bolsillo, para coger la llave.
¡Rayos!
¡Aquí no está! A ver si en el otro bolsillo.
¡Mierda, tampoco!
¡Joder, si es que!….
¡A ver, piensa, recuerda! ¿Dónde está la puta llave?
¡Oh! Creo que ya me acuerdo.
Había dejado la llave en la guantera del coche. ¡Y ahora se lo ha llevado la grúa!
¡Maldita sea!
¡Aprovechad, desgraciados, lo que os queda de vida!
Mañana, cuando vaya al depósito de la grúa y pague la multa, recuperaré la llave.
Entonces no podréis detenerme.
¡Malditos seáis todos!
¡Salvado hoy el mundo por una grúa!
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