Dasha era una niña de cabellos negros, con dos trenzas, de piel morena, ojos grandes y redondos. Era delgada, flaca, famélica, pero no tenía cara de pasar hombre. Era hija de Grisha Morótov y de Irina, ambos, por necesidades imperiosas que concurrían en Rusia, eran conversos al partido comunista de la UU.RR. Su padre era un mando del ejército soviético destinado en el complejo nuclear de Chernóbil cuando empezó su construcción, así como la ciudad, Pripyat, febrero de 1970, para albergar a los trabajadores de la nuclear, y se esperaba que la ciudad, de construcción moderna, fuese una de las más bonitas e importantes de Ucrania, y así fue. Durante su desarrollo se convirtió en una ciudad moderna con todas las infraestructuras necesarias, tal era el interés de la ciudad por las autoridades que a Pripyat la conocían como la ciudad del futuro. Su madre nació en la ciudad siberiana de Omsk, donde las bajas temperaturas son una constante durante casi todo el año, dicha ciudad era el centro neurálgico y administrativo de los cosacos siberianos. Siberia es la región asiática de Rusia, va desde los Urales al Pacífico, es un territorio extremadamente frío y salvaje. Cuando Stalin llegó al poder, este territorio y Rusia, los llenó de “Gulag”. Irina, como ingeniero nuclear que era, fue destinada a Chernóbil en 1978 cuando el segundo reactor de la central nuclear entró en funcionamiento, y entre el complejo nuclear y la ciudad, Grisha e Irina se conocieron, se casaron y en 1983 nació Dasha.
Los “Gulag” eran “campos de trabajos forzados para los traidores”, estos campos en un principio, con Lenin, eran centros de educación comunista, y a sus habitantes de un “Gulag” se les llamaba ZEKS, pero a partir de la unificación de las cáceles rusas y con el fin de castigar a la disidencia soviética, dichos centros de educación adquirieron su propio nombre de “Gulag”, convirtiéndose así en auténticos campos de represión y exterminio de disidentes y de todo aquel que incumpliera el mandato comunista. El opositor enviado a un “Gulag” cumplía una condena desmesurada, que a la postre, la mayoría, morían en la fría y helada tierra siberiana. No se alcanza a determinar cuántas personas fueron víctimas de la sinrazón soviética, ni cuanta sangre abonó las tierras siberianas, pero si leemos “Archipiélago Gulag”, de Soljenitsin, nos daremos cuenta de la magnitud de esta barbarie. Hoy no existen los “Gulag”, pero han sido reemplazados por centros de torturas físicas y psicológicas ante el silencio mudo de la comunidad internacional.
El 25 de abril de 1986 Grisha, junto con su hija, hizo un viaje a Moscú, fue un viaje ya programado para hacer una visita a sus ancianos padres algo delicados de salud, y para que los abuelos disfrutaran unos días de su nieta, pero el día 26 se produjo el desastre de Chernóbyl. Fue un accidente nuclear originado por un fallo humano en la aplicación del protocolo de actuación para inicial un simulacro de una prueba con la intención de aumentar la seguridad en el reactor 4, a cortar la potencia el reactor se sobre calentó entrando en fusión. La energía liberada fue 500 veces mayor que la bomba de Hiroshima(1945). Fue un desastre de consecuencias imprevisibles, y gracias al hermetismo soviético no se sabe las víctimas del desastre, pero las autoridades tuvieron que delimitar una zona seguridad(30Km) en torno a la central y proceder a la evacuación de la población, siendo hoy, Pripyat, una ciudad fantasma. Es evidente que allí murieron numerosas personas, así como en los años venideros, a causa de la radiación nuclear, Irina fue una de esas personas cuyo cuerpo descansa entre las ruinas del reactor de Chernóbyl. Grisha perdió a su esposa, y el poco convencimiento de su afiliación política, y sobre todo la funesta gestión llevada a cabo por el gobierno central, aprovechó la situación rusa provocada por Mijail Gorbachov para salir de Rusia y buscar nuevos horizontes para su hija Dasha.
La primera vez que vi a Dasha yo era residente de cuarto año en el Hospital Clínico de la ciudad nazarí en el campo de la medicina psiquiátrica. La psiquiatría es una rama de la medicina que estudia la mente humana y con ella los trastornos mentales cuyo objetivo es tratar y rehabilitar, por medio de terapias y otros métodos, personas con diferentes trastornos mentales, como son la esquizofrenia, el bipolarismo…Desde muy pequeño empecé a manifestar cierto interés por la mente humana, me apasionaba tanto que, mientras mis amigos de correrías o de estudio se dedicaban a leer de libros de aventuras o históricos, mi lectura favorita era tratados de psicología. Me apasionaba tanto la mente que orienté mis estudios hacia la psiquiatría, quería saber todo de la mente, de su ingrato y extraño, a veces, comportamiento, quería penetrar en el subconsciente, navegar como un submarino buscando y sacando a la superficie todo lo oculto. Iluso de mí. ¡Qué equivocado estaba! No tardé mucho tiempo en darme cuenta de la realidad, y la realidad es que sabemos bien poco de nuestra mente, estamos en “mantilla”, aunque hoy los estudio y las investigaciones nos han hecho conocer algo más su complejidad, pero la ciencia sigue sin poder descifrar su misterio, tan solo los psiquiatras tratamos a personas con trastornos mentales asegurándoles la adaptación de sus condiciones a su existencia.
Aquel día, típico en la ciudad de la Alhambra, había caído una nevada impresionante, en las calles había abundante nieve y hacía un frío invernal. Aquella mañana yo estaba en un pasillo del hospital oteando por la ventana la cantidad de nieve caída, estaba tan abstraído que no oí quien me llamaba por mi nombre, se acercó y salí de mi inconciencia. Era un compañero, me dijo que en la madrugada había ingresado una paciente, quería que fuese a la sala a verla. Me extrañó, pues yo era solo un residente no autorizado a dar diagnósticos, salvo con la licencia del psiquiatra oficial, pero me dijo que la paciente era una niña que ingresó inconsciente, y después de casi dos horas de reanimación lograron salvarle la vida, el equipo que la atendió dijo que era un milagro, ya que, en algunos momentos, la dieron clínicamente muerta, y que ahora estaba sentada en su cama contando historias tan raras como extraordinarias dejando pasmados a sus oyentes. Mi compañero me dijo que la niña decía que venía de las estrellas, su madre la llevó a dar un paseo por las galaxias, allí jugo con otras niñas y conoció mucha gente y lugares donde no existe el odio ni la mentira, no conocían las guerras y la espiritualidad nublaba aquellos lugares, quiso quedarse, pero su madre la llevó a visitar otros lugares. Me fascinó el relato y decidir que sería acertado oír sus historias.
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