Al entrar en la habitación el concepto mítico que yo tenía de la hembra rusa, rubia, de piel blanca, ojos grandes…se me derrumbó al ver aquella niña morena, enjuta con cabellos morenos. Un médico debe saber de su paciente y ganarse su confianza, Dasha no era paciente mío, pero tenía que ganarme su confianza para contactar con ella, y así fue. Todos los días hablaba con ella como psiquiatra, pero ella no lo sabía, y cada día me contaba algo nuevo que me quedaba asombrado. Me dijo que su madre la llevó allí donde nace el Arco Iris, paseó por cada uno de sus colores, corrió y se impregnó del simbolismo de cada color, se detuvo en su último color, el violeta, donde se perfecciona la purificación del cuerpo y el alma. Contaba que su madre la llevó al planeta Nibiru, sus habitantes no eran como en la tierra, eran espirituales, levitaban y la cubrían con un aura de amor celestial, y conoció a Annu, Dios del cielo. Un día que yo la contemplaba me dijo que había estado en una ciudad submarina en lo más profundo del océano cubierta por una gran cúpula de cristal para evitar las aguas, allí van las almas de todo aquel que muere, y que allí había un sitio reservado para ella, la estaban esperando. No sé cuántas de esas historias contó, pero lo que sin sé es que no tenía ningún trastorno mental, y el ultimo día me dijo que la noche que ingresó, el equipo de guardia , con el desfibrilador en mano, comenzó a reanimarla, y en ese proceso Dasha salió de su cuerpo y vio el empeño del equipo por salvarle la vida, quiso hablarle, decidle que estaba bien, que su madre estaba con ella, la protegía, pero se dio cuenta que nadie la escuchaba y decidió volver a su cuerpo y poco después volvió a la vida. Esto es un suceso del cual ya tenemos constancia de persona que se creían muertas, salieron de sus cuerpos viéndose muertas sobre un lecho, pero esto no es un trastorno mental, es un algo que se le escapa a la ciencia teniendo que encuadrarlo dentro del campo de la parapsicología. Si le preguntásemos a un profano en la materia sobre estas historias, nos diría que son fantasías imaginarias de una chiquilla, pero el docto, el científico, siempre busca algo más.
La Parapsicología es una pseudociencia que estudia los fenómenos paranormales o fenómenos psíquicos, como la Telepatía, la Clarividencia…El prefijo Para señala algo que va más allá de lo normal, y para psíquico son fenómenos que surgen del desarrollo normal de nuestra mente, pero dichos fenómenos no tienen demostración científica, y al no poderse demostrar, si nos introducimos en este campo tan misterioso, nos sentiremos perplejos y confusos ante un hecho paranormal.
La segunda y última vez que vi a Dasha no había transcurrido más de veinte años, yo era jefe de los servicios psiquiátricos del Hospital Reina Sofía de Córdoba. Un consejo médico formado por un neurólogo, un traumatólogo y un neumólogo, requirieron mi opinión profesional sobre una paciente, de la cual no tenían, o no se atrevían, a dar un diagnóstico médico porque todos los análisis y pruebas realizadas salieron negativas, pero esa paciente se estaba muriendo. Requerían del psiquiatra para que profundizase en su subconsciente y sacara a la luz tal misterio, y me personé en la habitación 201. Al entrar vi a una mujer joven, no más de treinta años, piel morena, ojos grandes y melena corta, era hermosa, de tal belleza que llamaba la atención de cualquiera que la mirase, sentada sobre la cama transmitía tanta espiritualidad que en un momento determinado, como queriendo sacudirla, tuve que mover la cabeza, ya que me pareció ver cómo su aura contorsionaba su tronco. Era un aura resplandeciente, llena de espiritualidad, quedé desorientado a poca distancia de su lecho contemplando a esa beldad de mujer que tenía frente a mí. “¡Hola, doctor Maravillas!”, me dijo. Al oír aquel saludo me quedé atontado, petrificado, hacía mucho tiempo que nadie me llamaba así, desde mis años de residente en la ciudad de la Alhambra, allí me confirmaron con ese mote, pues no me incomodaba, pero frente a mi tenía a una joven que no conocía llamándome de esa guisa. Mi reacción fue ver su expediente, y cuando vi su nombre salí de dudas, era Dasha, la niña enclenque que contabas increíbles narraciones veinte años atrás. Mi corazón se alegró al volver a verla, pero esta vez no contaba historias del más allá, pero radiaba algo especial que nos llenaba a todos de paz, de sosiego. Dasha me dijo que era eternamente feliz, que tenía un sitio esperándola en la ciudad donde van todas las almas cuyos cuerpos pasan a ser polvo, y estaba ávida por hacer ese viaje, me dijo que estaba tranquila porque su madre estaba sentada junto a ella esperando ese momento para iniciar el último viaje sin retorno y dormir la noche eterna.
Dasha murió dos días más tarde, y ante la perplejidad de los médicos que la atendieron, el hospital no supo dar un diagnóstico de defunción fiable. Nadie osó a pronunciarse por las causas de su muerte, yo tampoco me atreví. He reflexionado mucho y estudiado sus historias, he llegado a la conclusión que la mente humana es el misterio más grande de la humanidad, y por mucho que se estudie, se avance, seguirá siendo eso, un misterio, y quien sabe si la muerte puede ser el principio de una nueva vida.
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