Historias de un psiquiátrico 1

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Las historias de hospitales psiquiátricos se envuelven de un aura de terror, asesinatos, agresiones entre pacientes, camisas de fuerza y un sinfín de drogas recorriendo los pasillos y los cuerpos de sus habitantes.

Hoy me encuentro paseando por los pasillos de uno de estos centros, no, no soy un paciente más, aunque quien sabe, todos tenemos un grado de locura que no se sabe interpretar y como bien se dice hay más locos fuera que dentro.

Mi traje blanco, me exime de una habitación, pero me expone a cientos de pacientes con todo tipo de patologías, algunos incluso con antecedentes que sus psicosis les llevaron a asesinar en uno de sus brotes.

Las noches entre sus muros pasan tranquilas, en uno de mis paseos por uno de los tantos pasillos interminables de suelo negro y paredes blancas, suenan unos gritos y golpes, salgo corriendo hacia su origen, abro la puerta y la estampa que me encuentro no es de recibo

Uno de mis residentes está dándose de cabezazos contra la pared, no me da tiempo apenas a hablar cuando cae al suelo, un hombre de un metro ochenta de altura y ochenta kilos de pesa cae a plomo contra suelo, instintivamente corro hasta el para sostenerlos antes de que su cuerpo inconsciente golpee el duro y frio suelo de la estancia, cuando me agacho junto a su cuerpo intentando comprobar que aún continua con vida, al buscar el pulso en su cuello, sus ojos se abren platos, por una parte me alegro y por otra al ver su mirada incendiaria me asusto, noto pasos detrás de mí, al girarme en ese momento un golpe seco en la cabeza me deja atontado y se suceden más golpes, caigo al suelo, mi mirada se nubla no veo nada, mi cuerpo yace en la habitación 202.

 

Minutos más tarde me encuentro en la sala de enfermería dos compañeros rodean mi cuerpo, los oigo hablar sobre el suceso, pero no puedo mover ni un musculo, algo me paraliza, me empiezo a poner nervioso intento hablar, pero no puedo. Pasados unos segundos que parecieron horas pude incorporarme y allí sentado con sangre en mis ropas me dirijo hacia mis compañeros.

 

- ¿Qué paso?

-Mis compañeros me miraron aliviados, - Tranquilo, estas bien, un par de puntos en la cabeza y el susto

- Ya, pero… ¿se escapó?, ¿le habéis encontrado?

- Si, estate tranquilo está en su habitación, un pequeño brote y el compañero de la 203 oyó los ruidos se alteró y al verte te ataco

 

No podía imaginarme que esto estuviera pasando hace años se cerró la habitación 202 debido a varios sucesos inexplicables, murió un hombre en esa habitación y desde entonces aquella estancia se convirtió en la más sombría del centro, estaba envuelta en un aura maligna, desde aquel día todos aquellos que pasaron por esas paredes, morían en extrañas circunstancias, ahogados, estrangulados, ataques a personal sanitario, una enfermera muy supersticiosa aseguraba que el espíritu del primer fallecido allí seguía encerrado entre aquellas cuatro paredes y hacía de las suyas con todo aquel que entraba en ella, por supuesto todos achacábamos aquello a coincidencias simplemente y a que esta mujer llevaba demasiados años trabajando en centros psiquiátricos y por ende había visto demasiadas cosas y muchas de ellas sin explicación de ningún tipo.

Era imposible que un ente estuviera en aquella habitación, un residente espectral, aquello era demasiado ilógico como para creerlo.

                Después de divagar durante unos minutos, volví en mí, con la cara desencajada, me levante y musite voy a dar un paseo por los pasillos. Mis compañeros me dejaron marchar sin oponer resistencia, podrían ver mis pasos por las cámaras de los pasillos.

Sin darme cuenta mis pasos llegaron hasta la habitación 202, abrí la puerta con sigilo, pudiendo oír como roncaba en su interior, todo parecía tranquilo, fui a la habitación contigua también estaba dormido, ambos estaban tan tranquilos que era incomprensible que hace menos de una hora uno se golpease con todas sus fuerzas en la cabeza y el otro hiciera lo mismo, pero con la mía.

Nada tenía explicación, estaba confundido, no comprendía nada de lo que sucedía, solo esperaba que el resto de la noche pasase con normalidad, demasiadas emociones para un turno serian ya.

Mi busca sonó, habitación 230, me dirigí hacia allí, al abrir la puerta me encontré a Paula llorando en un rincón de la habitación, sollozando -que vienen, que vienen, sacadme de aquí-

No había nadie allí salvo los dos, me acerque a ella – ¿quién viene?, tranquila no pasa nada-

De un empujón me alejo de ella, -Quita eres uno de ellos, no quiero cerca vuestros trajes blancos- dijo mientras se levantaba.

No te voy hacer daño tranquilízate, estoy aquí para ayudarte ya lo sabes. -calla no quiero oírte, todos sois iguales, las voces me lo están diciendo-

Me aleje un poco de ella, era evidente que estaba teniendo alucinaciones y era preferible no alterarla más aun, llame a mis compañeros que vinieron hasta allí de inmediato, tras aparecer ambos por la puerta la luz se fue.

Nos quedamos allí parados en el sitio, si tardaba mucho en volver y no entraba en funcionamiento el generador auxiliar las puertas de seguridad quedarían desconectadas, uno debía de volver sobre sus pasos y bajar a comprobar el generador y sino arrancarlo de manera manual, no veíamos nada, algo se movía en la estancia, de repente algo paso entre medias de nosotros y sonó un golpe la puerta se cerró. Nuestra cara era todo un poema, se nos había escapado, salimos de allí, agarrándonos a las barandillas, a mitad de pasillo un golpe seco sonó y las luces se encendieron. Nos separamos cada uno iría a una planta y recorrería cada pasillo asegurándose de que todo estaba bien, con más miedo que otra cosa cada uno reviso habitación por habitación y sala, nada fuera de lo normal todos dormían o al menos estaban en la cama, pero no encontrábamos a Paula, no se la podía haber tragado la tierra, solo nos quedaba mirar en el patio y las zonas no vigiladas, no podía estar muy lejos, al querer bajar por las escaleras de incendios vimos que la puerta estaba abierta alguien había llegado antes de que saltase el generador, el sistema había caído y la puerta de seguridad por tanto estaba abierta, bajamos hacia las entrañas del complejo, y tras bajar el primer tramo de escaleras vimos un bulto al final del tramo y un charco de sangre, corrimos atropelladamente, era Paula su cuerpo yacía en el suelo sobre un charco de sangre, cuando estábamos rodeando su pequeño cuerpo en aquellas escaleras, la luz empezó a perder intensidad y antes de apagarse por completo, sus ojos brillaron al abrirse y grito vosotros seréis los próximos, la luz se apagó y con ella la llama de paula.

La historia volvía a repetirse…


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