Lo que me queda de ti.

El viento me recuerda a ti. En realidad muchas cosas me recuerdan a ti. Hace un tiempo que no me paraba a recordarte pero hoy el viento me ha devuelto tu recuerdo. Sentirlo contra la piel es como sentirte a ti. Era joven y tú, todo un hombre. El viento me recuerda cómo se movía tu pelo, salvaje de un lado a otro y tus dedos buscándolo y devolviéndolo a su sitio, detrás de las orejas.

Recuerdo tu mirada. Nunca antes una mirada me había dicho tantas cosas, aunque a veces no me dejabas leer en ella. Pero otras veces, las que más me gustaban, eran un libro abierto, los ojos más expresivos del mundo, con solo mirarlos podías adivinar el futuro. Recuerdo como odiaba cuando te ponías las gafas de sol, porque de repente me sentía perdida.

También me acuerdo de tu voz. Tu voz no puedo olvidarla. Tiene el tono perfecto para que no te moleste por las mañanas y la calidez necesaria para que la necesites por las noches. Y siempre acompañada de esa sonrisa con la que tantos suspiros he perdido. A veces creo que te escucho, tu voz en otras bocas pero rápidamente desaparece.

Algunos días me doy cuenta de que te busco. Parada en un paso de peatones, en una cafetería, de camino al trabajo, en el coche, te busco. Se me olvida que no estás y te busco.

Te imagino ahí, hablándome con una sonrisa, con los ojos brillantes e intensos mientras te colocas el pelo que se mueve con el viento.