DESASTRES SEXUALES II
Por M. Mariano
Enviado el 01/07/2016, clasificado en Adultos / eróticos
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Farah también se mostraba contenta y feliz de que todo hubiese salido bien, aunque delante de sus padres, ella y yo guardábamos la compostura y no nos atrevíamos ni siquiera a mirarnos más de un segundo. Nunca, durante estos días, ella vino a visitarme sola a casa de su hermana y las veces que coincidimos allí teníamos carabina. La única vez que tuvimos algo de intimidad fue un día en el que sus padres estaban en el jardín realizando trabajos de horticultura y cosas así. Yo estaba en el salón viendo la tele aburrido, así que me subí, la casa tenía dos pisos, al baño a mear. Cuando salí y ya me iba a bajar al salón, me encontré con que Farah estaba en una de las habitaciones haciendo las camas.
—Hi babe —le dije y me metí en la habitación para estar con ella.
—What you doing? Go downstairs before my parents see us. Chal!
—Yeah, but first a kiss and a hug.
La abracé y usando mi peso la hice caer gentilmente sobre la cama, conmigo encima. Ella empezó a protestar —get off me—, pero tampoco creas que mucho. A los padres se les oía perfectamente discutir en el jardín, así que mientras los oyésemos, sabíamos que estaban allí. Farah llevaba puesto, como siempre que estaba en casa, un salwar kamis, es decir, una túnica y unos pantalones bombachos. En un segundo y con gran habilidad le subí la túnica, le bajé los pantalonillos y me desabroché el cinturón y la bragueta, quedando ambos con todo al aire. En un principio yo solo quería explorar su cuerpo, pero al verme en situación comprometida, la mente se me nubló y me abalancé sobre ella como un orangután en celo.
—No, not like this, you are gonna get me pregnant, you dirty git! —me decía mi novia, pero yo ya no podía controlarme y ella, tampoco. A pesar de quejarse, la tía me sujetaba fuertemente por las nalgas y me empujaba hacia su cuerpo. Farah, con todos sus defectos, tenía una cosa buena y eso era que no le costaba mucho llegar al orgasmo. Mientras ella se mordía la lengua para no gritar, yo hice el esfuerzo sobrehumano de sacarla en el último instante y eyacular sobre otro sitio en lugar de hacerlo dentro de ella. Abajo, en el jardín, sus padres seguían discutiendo sobre la mejor manera de podar un rosal.
—Look what mess you made, all over my clothes. Now I have to wash everything you fucking twat. Get the fuck out of here!
—Are you awright?
—Yes I am! Just go now. Chal!
Me bajé las escaleras al galope, pero a la vez de la manera más silenciosa que pude. Me asomé por la puerta para ver si no había nadie y me senté en un sofá poniendo cara de tonto. Si alguien preguntaba, yo llevaba todo el rato allí viendo la tele. Habían sido unos cinco minutos la mar de intensos, pero también una insensatez que podía haber arruinado los primeros días de contacto con los padres de Farah y también el resto del verano con ella si nos hubiesen pillado con las manos en la masa.
(Extracto de COSAS QUE NO SE PERDONAN)
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