Días de grandes esperanzas, pero también de horterismo, Bakalao y vulgaridad. Todo comenzó con la llegada de varias cadenas de televisión privadas a la sociedad española que, libres de cualquier restricción burocrática, inundaron las ondas con telebasura y nuevas modas procedentes de Estados Unidos. Estos son los años de Las Mamachicho, los Juegos de Barcelona, de la irrupción de la cultura Hip Hop en España y de Beverly Hills 90210. Los años en los que todo lo yanki es guay y todo lo autóctono es feo y pasado de moda, incluso a pesar del tibio antiamericanismo surgido de la Guerra del Golfo.
Me llamo Chencho y vivo en Madrid a principios de los noventa, una época en la que todo empieza a cambiar cada vez más deprisa, el mundo, nuestro país y mi propia vida. Cae el muro de Berlín, los rusos dejan el comunismo, Saddam Hussein ha sido derrotado y dentro de poco el mundo será dirigido por superordenadores, aunque no todo es bueno. La guerra y los campos de concentración vuelven a Europa, crisis económica, hambrunas y conflictos copan los telediarios y todavía queda bastante tralla en Oriente Medio como para provocar unos cuantos disgustos.
Todo esto me importa un pito porque tengo doce años. A mí lo que de verdad me afecta es que hace poco era un niño y ahora mi infancia va quedando atrás. Nuevas cosas de las que preocuparse han surgido últimamente, las chicas, la ropa, la música, ser popular, expresarme como individuo y ser aceptado..., y otras parece que nunca cambian, como los abusones que nos pegan todos los días en el patio. Un colegio tétrico y lleno de niños bobos, un recreo infestado de matones y un barrio donde meterse en problemas es obligatorio para ganarse el respeto de los colegas, son todo mi mundo. Desde que quitaron Barrio Sésamo de la tele, los ochenta y la inocencia han muerto para mí. Chavales..., ¡empiezan los noventa!
(Extracto de LOS MATONES DEL PATIO)
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