PRINCIPIOS DE LOS NOVENTA V

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El Pulga, el Pitu y el Kiki llegaron muy excitados esa mañana. Siempre acostumbraban a venir a la vez debido a que vivían muy cerca unos de otros. El Pitu y el Kiki eran vecinos y el Pulga no andaba muy lejos, así que a menudo solían aparecer por el cole todos juntos. Ese día el tema de conversación era que habían visto merodeando cerca del colegio a unos skins con los que se suponía que algunos chicos del barrio, incluido el hermano mayor del Kiki, andaban enfrentados.

Durante el recreo del comedor el Pulga nos contó que los skins eran una tribu urbana nueva que venía de Alemania y que se caracterizaban por llevar la cabeza rapada al cero, botas militares y ser racistas. Esto en principio no debería de preocuparnos porque éramos todos más o menos blancos, pero el problema es que los skins se llevaban muy mal con los rappers porque estos escuchaban música y llevaban ropa igual que los negros norteamericanos. De hecho, los skins se llevaban a matar con todas las tribus urbanas, excepto con los bakaladeros y con los fachas. Los bakaladeros era la peña que escuchaba música electrónica, como la de «extasí-extanó», en las discotecas de Bakalao, y los fachas parecían como una mezcla entre skins y pijos, pero con el pelo largo. Los skins eran unos tíos mayores y peligrosos, sobre todo porque siempre atacaban muchos contra un solo pibe y eran muy violentos. Yo escuchaba todo esto que nos contaba el Pulga al Bibi y a mí con suma atención y algo de acojone. Hasta entonces era consciente de que todas las tribus urbanas tenían su enemigo, pero a tenor de la canción de «Hey, pijo», yo había deducido que los enemigos de los rappers eran los blandengues y debiluchos pijos, y ahora me enteraba de que los rappers estábamos en el punto de mira de los skins esos que últimamente habían salido ya varias veces en las noticias. Algo que me reconfortó saber fue que los súper enemigos de los skins eran los punkis y okupas, así que por lo menos en esta lucha no estábamos solos. Después de aclarar este punto, el Pulga y el Bibi me explicaron cómo había empezado la movida.

Movida era la palabra enrollada para describir una pelea seria, sobre todo una fuera del colegio. Las movidas solían empezar porque alguien había hecho algo que a otro tío le hubiese molestado, como hablar mal de él, pisar su firma o ser de otra tribu urbana. Una vez ocurrido el detonante, lo que solía venir después era que el agraviado llamase a todos sus colegas del barrio para pegar al otro. El Pulga nos explicó este proceso con detenimiento.

?Mira, tronco, lo que pasó fue que habían robado a uno de mi barrio, no sé, o había una movida, y nos juntamos todos ahí para ir a buscar al pibe ese y empezar a partir bocas. El Bibi también se vino con nosotros ?añadió, mientras mi otro colega asentía con decisión.

?Sí, tío, vaya flipe de movida. Nos fuimos al barrio del Pulga con todos sus colegas y luego a buscar a unos tíos pa currarles.

?Joder, ¿y yo dónde estaba?

?Pues tú..., creo que en tu casa estarías. La movida fue como hace unos días, pero durante la semana, tronco.

?Bueno, al loro, el tema es que nos juntamos ahí en Puerta de Toledo toda la peña de mi barrio para bajar a Arganzuela a buscar a un facha que ya le teníamos ganas.

?¿Y por qué le teníais ganas, tío?

?Pues porque, no sé, porque es un gilipollas y siempre está jodiendo la marrana. Vamos que nos tenía hasta los cojones.

?¿Cuántos os juntasteis, tío?

­            ?Nos juntamos ahí tó kiski, sabes, el Raúl, el Street, los otros mendas y unos rappers que tú no conoces que son el Pachi y el Tomasene.

?Sí, tío, tronco, llegaron..., con unos bates de béisbol, vaya colgaos, se sacaron ahí un poco de chocolate y se hicieron un p porro..., y después de fumárselo se pusieron tó locos, drogaos, y empezaron a decir: «A esos tíos los vamos a fostiar», y alucinamos..., en colorines, cha cha vaaal?. El Bibi se volvía un poco tartaja, el pobre, cuando se excitaba. 

?¡Joder! ¿Y luego?

?Nos bajamos todos los pavos del barrio hasta un parque donde esa basca paraba siempre y sabíamos que nos estarían esperando descarao. Antes de llegar nos hicimos un plan y el Pachi dijo que mejor que los más pequeños fuésemos primero para que los pibes se confiasen y luego apareciesen los mayores con los bates. Cuando los tíos nos vieron, se vinieron hacia nosotros a toda hostia, pero entonces salieron los mayores y los otros se quedaron parados, como acojonados, los muy hijos de puta.

?¿Eran muchos?,  ¿y qué eran, eran rappers?

             ?Pues serían unos veinte, pero nosotros éramos más y también había más mayores en nuestro lado. Los mendas se cagaron vivos y algunos salieron por piernas ya ná más vernos. A uno que había ahí, el facha ese, le pillaron por banda cuatro o cinco y le dieron hostias por un tubo.

?¿Y sus colegas qué hacían?

?No hicieron nada, los muy maricones, pero el facha logró salir corriendo y se refugió en un bar. «¿Qué queréis, movida con skins?», nos decía el nota, así para amenazarnos y que le dejásemos en paz. Luego los otros pibes, que eran rappers, intentaron pirarse, pero no les dejamos. En ese momento llegó el hermano del Kiki y sus colegas con las motos y ahí sí que se jiñaron, pero bien. A un pibe le cogieron y le estrellaron contra un árbol, no veas que risa, colega, y al resto les robaron las pelas y los pelucos. Yo me hinché a dar capones y el Bibi igual, incluso a algunos más gansos que nosotros, y los pibes calladitos como putas.

?Sí, y que dijesen algo..., que les hubiésemos matao ahí entre todos.

?¿Y qué pasó luego?

?Pues nada, que pillamos al tolay que se había metido con mi colega, ¿te acuerdas, Bibi? Ese con los rulitos que iba tan de rapper, y le dejamos bien clarito un par de cosas. Luego le dimos un collejón cada uno y éramos como unos veinte. A cada hostia el pibe tenía que decir gracias, porque si no, le arreaban más. Al final le robaron las zapatillas y el menda se fue a su casa llorando y descalzo, por listo.

?Sí, tío, y que al final me dio un poco de pena y todo.

?Que se joda, por hijoputa, no haberla liao... ¡La cagaste, burlancaste!? sentenció el Pulga mientras ponía cara de chungo y hacía ademán de golpear a algún enemigo imaginario enfrente suyo.

(Extracto de LOS MATONES DEL PATIO)


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