Hubo una vez una niña que se llamaba Mariquilla y de apellido Salmiento, y… vamos a averiguar el porqué se la llevó el viento.
Era un sábado por la tarde y al no haber colegio ,todos los niñas y niños tenían que dormir una siesta:--“Os vendrá muy bien después de los madrugones para ir al colegio”--- dijo una voz y tenia razón. Unos se dormían enfurruñados. Otros entre el calorcito del edredón nórdico, y como hacia un frío que pelaba, ni rechistaban. Otros preferían jugar con el ordenador…”---pero solo un ratito ¿vale?—“,les decía la voz y como lo habían prometido cumplían su palabra.
Al ser todos los sábados iguales Mariquilla Salmiento se aburría…¡como una ostra! Se decía para que la ostra apareciera ,porque al tener una imaginación muy activa
en cuanto las “veía”,fueran persona, animales o cosas acudían al instante. La ostra apareció enfadadísima diciéndole:--Quién te ha dicho que me aburro listilla?--
desapareciendo al instante enojadísima. _--Encima de aburrida eres tonta de remate—le decía Mariquilla Salmiento. Como tampoco el ordenador le gustaba porque no le divertía al pasar donde había uno encendido sin más ni más, ni lo miraba, y
el ordenador extrañado murmuraba—que niña más rarita. Ni siquiera me ha mirado y las demás me ponen tarumbo tecleándome sin compasión
Mariquilla había oído decir que todo se contagiaba menos la hermosura ,así que optó por meterse en la cama a sabiendas que de dormir la siesta nada de nada… ¡Hala¡ a contar ovejitas: una, dos… cuatro, nue…ve …¡uf ¡ .. . ¡que lata!,a contar otra vez…una…diez…--A que no sabes cuantas somos?-oyó las voces de las ovejitas traviesas repitiéndole ---a que no sabes cuantas somos?---
Y como todas eran iguales Mariquilla se cansó de contarlas pero ellas seguían jugetonas escondiéndose unas detrás de otras balando –¡somos… cien…somos…soo…o…!
De repente la puerta del cuarto se abrió y simulando la respiración del sueño lanzó un ronquido y al instante un fortísimo viento…--¡plaf! Vamos…andando!--,y, la echó de la cama. –Que bruto—se dijo al tiempo que salía al campo que había detrás de la casa abrigándose con la bata acolchadita y las pantuflas de lana, porque…sabemos desde el principio que hacia un frío que pelaba. El viento zarandeaba los cristales que temblaban asustado zíu, zui ,zui. Las hojas de los árboles caían desmayadas ¡ay!. El viento aparecía y desaparecía como el conejito del cuento :-- Me voy…me voy se me hace tarde hoy…Quieres conocer a la Reina de Corazones ¿le dijo una voz que corría entre las nubes: -Si quieres solo tienes que agarrarte a mi... porque soy¡ el viento! Ziu..ziu…ziu.
Y era cierto; una fuerza desconocida la arrastraba a caminar carretera adelante, sin mirar hacia atrás para no ver a su casa que se alejaba cada vez más.
Las flores, los árboles, las hiervas del campo incluso las piedras del camino como en un susurro le advertían del peligro: --No te fíes del viento Mariquilla Salmiento, …--
Pero ella corría y corría empujada por una fuerza misteriosa que no era otra que el viento soplando desesperadamente…¡ziu..ziu..ziu ;pero siempre sin separarse de ella arrastrándola en todas direcciones…y, ella encantada como si estuviese subida al tobogán de la feria…se lo pasaba pipa porque no se aburría . Pero de repente había regresado a la puerta de su casa ¡sin haber puesto ni un solo pié en el suelo! . Aquello era fantástico; el arremolinado viento se había parado en seco ante el olorcillo que salía por la chimenea … La puerta del cuarto se abrió, y… --Despierta perezosa, el chocolate y el bizcocho te esperan, y como no vengas pronto…¡se lo beberá el viento!
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