El Roble Viejo y el Búho (Fábula)

El viejo roble lleno de años, pero fuerte aún, charlaba con su amigo el búho que hizo nido en su tronco. Tenían mucho de que conversar, pues su amistad era muy antigua.

La risa de un árbol joven los distrajo; se trataba de otro roble más alto, verde con sus ramas fuertes y elásticas que casi chocaban con las de su vecino.

—Grave conversación la ustedes, mis viejos amigos —la zumba de su voz desagradó a los dos ancianos—. Escucho su aburrida cháchara, mientras sus vetustas ramas crujen con la brisa que sopla.

La burla y falta de respeto del joven molestó a los viejos, pero no le respondieron.

—Obsérvenme, soy más alto que tú, abuelo, y pronto seré el rey de los árboles; tú estás siendo carcomido por otros animales, en cambio yo sigo creciendo muy sano.

Efectivamente el follaje del joven roble se balanceaba con gracia y sólo se escuchaba el murmullo de sus hojas.

—¡Ah, qué poco sabe de la vida este jovenzuelo! —Rezongó el búho— ¿Acaso olvidaste que  gracias a la sombra de mi buen amigo pudiste crecer tanto?  El resto que vive alrededor nuestro agradece su protección.  Quizás llegue la senectud a tu tronco antes de lo esperado. —Sentenció el pájaro y entró a su refugio ante la ventisca que se levantaba en esos momentos.

Como si las palabras del avechucho hubieran sido una maldición, desde el cielo nublado cayó un rayo que partió y chamuscó gran parte del juvenil y fuerte roble.

—No te preocupes, muchacho —exclamó el añoso árbol con una risa irónica—.   Ahora verás que tu enorme cuerpo servirá de alimento a las polillas y hogar a otros.

Moraleja.

 La burla a los viejos es gran torpeza,

Jóvenes nunca esta fábula olvidar

 La vida puede dar grandes sorpresas

también de ustedes se puede burlar.