La chica del puente (4ª parte FINAL)

- Estamos reunidos hoy aquí, para recordar a Nayara, quien fue un alma perdida que pudo encontrar su lugar. Una chica que ahora podrá descansar en paz.

"Aquí descansa Nayara, nunca olvidaremos tu sonrisa"

No paraba de leer la lápida, no podía llorar porque no me quedaban lágrimas que derramar. Intento pensar si podía haber impedido algo aquella noche. Muchas veces me culpo y me digo que yo soy el culpable de que ella ahora no esté a mi lado.

Esa noche, ella iba a tomar mi mano, a bajar de ese puente... Se escuchó un ruido seco y fugaz y la vi caer al agua, la vi ahogarse. Lo que más recuerdo es la herida en su pecho. Luego escuché las sirenas de la policía y acto seguido vi como la sacaban del agua e intentaban reanimarla.

Cuando me llevaron a juicio no pude parar de llorar mientras miraba al asesino. Ese hombre al que había pegado en su casa, ese hombre que la había violado... Quizás si no le hubiese agredido, él no la hubiera encontrado y ella seguiría con vida.

Mi pena es absurda ya que soy el culpable de que ahora esté bajo tierra.

Mis padres no volvieron a insistir con Lara, pero ya no importaba. Nayara ya no estaba conmigo, y no se fue por voluntad propia. A veces me gustaría retornar el tiempo para evitar conocerla, para evitar matarla. Me gustaría que ella pudiese perdonarme por lo que había provocado, pero ella ya no estaba para perdonarme.

- Lo siento... Nayara, lo siento... quizás tuviste razón al decir que nunca debimos conocernos. Siempre me sonreías como si nada pasase en tu vida, como si todo estuviese bien y yo no pude ver que estabas asustada y mucho menos pude protegerte. No soy digno de estar hoy aquí, porque yo soy la causa de que estés lejos de mí, lejos de todo. Ojalá algún día me puedas perdonar aunque sea el culpable de tu muerte.

- No eres el culpable- una voz infantil sonaba detrás de mí. Giré la cabeza y vi a una niña de unos 7 años que se arrodilló al lado mío mirando a la lápida- Ella es mi hermana y me salvó la vida- no sabía cómo reaccionar ante su respuesta.

- ¿Hermana?

- Hermanastra, como quieras decirlo... mi mamá está en el hospital pero se recuperará y es todo gracias a Nayara- dejó unas lindas flores al lado de la lápida en un decorado jarrón- Le debo demasiado a mi hermana y en verdad, me gustaría verla- la niña comienza a llorar. Yo por impulso la abrazo hasta que sus lágrimas se secan.

- Tu hermana está muy feliz de que estés aquí y de que estés a salvo. Sin embargo yo... yo no pude protegerla.

- Sí la has protegido.

- ¿De qué? Ahora está muerta, por dios- la niña se estremece al escuchar la palabra "muerta" pero me mira directamente a los ojos.

- Tú estuviste con ella, la cuidaste cuando no tenía a dónde ir e hiciste que sonriera, eso jamás lo pude ver. Su vida cobró sentido, ¿no crees?

- ¿Cómo puedes decir palabras tan maduras?

- Nayara era muy soñadora y siempre me contaba historias en donde nosotras salíamos fuera y podíamos sonreír con otras personas. Y no había nadie que impidiera que fueramos felices... porque... tú la hiciste sonreír ¿no?

- Sí... pero...

- Entonces ella pudo vivir y tú no fuiste más que alguien que la salvó de un mundo muy feo y oscuro- la niña al decir esto sonrió para sí misma y seguidamente yo la abracé agradeciendo sus palabras.

Desde entonces, todos los años voy al cementerio y le regalo flores y su pequeña hermana me acompaña para dejarle cartas o dibujos donde le explicaba cómo iban las cosas en casa. La verdad es que la echo de menos, pero ahora solo pienso en vivir mi vida y sonreír por ella. Ella dijo que había salvado su vida aquella vez, pero la verdad es que realmente fue ella quien me salvó de una vida sin sentido. Nayara... si de verdad estás en algún lugar y puedes leerme, escucharme o incluso sentirme... quiero decirte que jamás te voy a olvidar y siempre te voy a amar.