Cuando se busca la felicidad, se busca en los lugares más recónditos.
No nos damos cuenta de que la felicidad está sobre nosotros, solo tenemos que abrir los ojos.
Eso le pasaba a Marcos, se pasó toda la vida buscando la felicidad, se sentía completamente vacío.
Le iba muy bien económicamente, era un abogado de éxito, ganaba mucho dinero, tenía una mujer preciosa, pero sentía que se ahogaba. No era feliz.
No lo entendía, amaba a su mujer, lo tenía todo. Dinero, amor, salud, sin embargo cada mañana sentía que se ahogaba.
Un día, no podía levantarse de la cama, su cuerpo no paraba de temblar, el corazón se le puso a mil y sentía que se ahogaba. No lo entendía, ¿Qué le pasaba?
Su mujer llamó a la ambulancia y lo llevaron al hospital. Allí se lo dijeron, tuvo un fuerte ataque de ansiedad. Marcos no entendía por qué. El médico le recomendó que se tomara unos días de descanso, que le vendría bien.
Marcos se sentía tan sobrepasado, que prefirió hacerle caso. 1 semana, nada más.
En esa semana su vida cambió.
El primer día de esa semana, Marcos no sabía qué hacer, así que salió a dar un paseo, durante su paseo vio que había mucha gente haciendo cola, eran personas que esperaban para recibir algo de ropa y comida. A Marcos le sobrecogió ver aquella escena, así que llegó hasta el principio de la cola y entró dentro de aquel local, preguntó por el gerente y si podía donar algo de dinero para su causa. El gerente le dijo que más que dinero, necesitaba mano de obra, ayuda de voluntarios. Así que Marcos no se lo pensó, en ese mismo instante se ofreció y comenzó su labor.
Allí escucho historias impresionantes, personas que habían perdido sus casas, que no tenían trabajo, personas con grandes problemas, pero que sin embargo se sentía afortunada por poder comer todos los días. No lo entendía, ¿Cómo alguien sin dinero podía no sentirse desgraciado?
Así que Marcos, decidió probar si es cierto que la felicidad no está en lo material, en viajar, en tener una vida perfecta.
Al llegar a casa Marcos cogió todos sus trajes del armario y solo dejó dos, así como dos pantalones vaqueros y dos camisetas. Pensó que con esa ropa era más que suficiente para el. Lo demás lo entregó al día siguiente. Al cabo de unos días se dio cuenta que no necesitaba esos trajes, y que el ir a ese albergue le reportaba más que todos sus bienes y experiencias materiales.
Así fue vendiendo una partencia tras otra, y con lo obtenido lo donaba. Pero a pesar de eso, y de la labor que hacía en el albergue, se seguía sintiendo vacío, y con mucha ansiedad. Pasó esa semana, y volvió al trabajo. Una vez en la oficina, lo vio todo claro, su vida, esa vida de abogado no le llenaba, lo que le llenaba era estar en el albergue.
Quiso ir más allá, así que en menos de un mes dejó su trabajo, vendió su casa y su cochazo. Con parte del dinero compró un cortijo con tierras para trabajar, decidió que aquel lugar sería para albergar a aquellos que lo necesitaran y darles trabajo. Comenzó a trabajar las tierras con sus manos, comenzó a compartir vida y experiencias con esas personas, que al igual que aquellas que conoció en el albergue, estaban agradecidas a la vida. Se dio cuenta, que en su vida no necesitaba ni su trabajo, ni su cochazo, ni sus trajes ni nada de eso. Sólo necesitaba dar algo por los demás, además se dio cuenta que todo lo material sobraba.
Al cabo de un año, ahí en aquella cocina, comiendo con aquellas personas, Marcos se dio cuenta que la felicidad esta en lo más pequeño y por fin sintió que su vida era plena.
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