Con el corazón en la mano

Paralizada gritaba con el ?corazón en la mano? angustiada de no saber mi suerte. Todo parecía incierto; el ?uribista? psicópata que andaba en las oscuras calles ajusticiando a todo aquel que hablara mal de su Patrón había penetrado aquella reunión juvenil que discutía temas relacionados con tan polémico ex mandatario. Verlo ahí fue aterrador, aún mas porque se conocía que tal sujeto no moría, en el pasado se le torturó y fusilò por sus delitos pero lo único que se logró fue convertirlo en un espantoso monstruo con el don de la inmortalidad. Todo lo que de èl se decía, el sin número de víctimas mortales que se le atribuía y el modus operandis que utilizaba hacían estragos en mi psiquis; pensar en retractarme de lo antes dicho no serviría y tratar de persuadirlo tampoco. Sin saber qué hacer, ni qué camino tomar, resignada ya a una muerte lenta y dolorosa; me le acerqué y con todo el miedo del mundo lo miré a los ojos fijamente tratando de hacerle ver mi dolor, él sonrió y solo ahí comprendí la magnitud de mi poca suerte.