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La oreja le sangraba causado por el tirón que le dio Don... Hasta ahí. No le digas nada a papá que me castigará. Descuida. Pacto entre hermanos, dolor empatizado por la rabia.
No quería ir a la escuela, no quería desayunar aquella mañana y mamá le obligó a sentarse. Sin querer le rozó la oreja y lloró de dolor. Papá se ha ido antes, no sé.
Nos llevó después. En la puerta de la escuela una gran y falsa sonrisa nos dio los buenos días. Buenos días Don..., Cobarde. No más tirones, no más rabia, no más miedo.
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