Yo confiaba en ella. Había sido mi mano derecha durante muchos años. Jamás tuve que anotar cosas porque creía en ella ciegamente.
Un día me di cuenta que algo andaba mal. Me decían que no había cumplido con una entrega de un informe a tiempo y que no captaba las ideas por más explicaciones que le dieran los profesores - quizá este estresada – me decía a mí misma o tal vez hay algo que no me ha dicho.
Esperé varios días por si pasaba algo. Incluso dejé de comer chatarra junto con ella pensando que era la causa de sus males. Me decía que se dormía temprano pues se sentía muy cansada pero que igual le costaba mucho levantarse en las mañanas.
Creí que estaba enloqueciendo, tenía ojeras y se veía muy cansada, cada día que pasaba se ponía peor….hasta que su madre la llevo al hospital.
No supe qué pasó después, solo tenía la sensación de que algo había cambiado.
-¿te sientes mejor ahora?- Dijo el médico
Lo quedé mirando y supongo que no le pareció bien mi silencio, dejó de mirarme y continuó escribiendo en un papel
- ¿funciona el medicamento, cierto?- preguntó mi madre, que estaba sentada a mi lado - al menos ahora no me han mandado a llamar sus profesores
- Por supuesto que funciona señora – aunque por su tono no sonaba muy convencido- los exámenes muestran una evidente mejoría, aunque su hija no parece contenta- dijo volviendo a levantar la vista hacia mí.
No estaba contenta en absoluto, mi memoria me había dejado por un tiempo, aquella memoria en que tanto confiaba, la que me había hecho sobresalir en alguna época que ahora se veía tan lejana.
En mi interior me preguntaba si la memoria se pierde así de fácil, ¿también se pueden perder los sentimientos?
Pero continué en silencio, al menos mi madre no perdía la fe en la Medicina, al menos alguien creía en algo.
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