Jugar con la pasión es como jugar con cuchillos
Por DavidDeSiempre
Enviado el 11/08/2016, clasificado en Adultos / eróticos
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En ocasiones el destino trae consigo cosas que uno no pide, o al menos, no está preparado para recibir. Nadia es una antigua colega de trabajo, nos conocimos muy bien, nuestra relación de trabajo se transformo en una deliciosa aventura, incluso, después de que deje de trabajar en ese lugar, nos seguíamos citando en algún hotel para complacer nuestras más calientes fantasías.
Obviamente, en ocasiones platicábamos en secreto, ya que ambos estamos casados, pero ella, me contaba sobre lo mal que iba su relación, yo, no le prestaba más importancia que la merecida.
Hace una semana, estando en el trabajo, mi teléfono sonó con el número de Nadia. Conteste y su voz me hizo temblar, después de preguntarme sobre cómo iba el trabajo y las cosas con mi negocio se fue al grano.
- Oye corazón, mañana tienes que pedir permiso en tu trabajo para celebrar conmigo mi cumpleaños… no quiero que me quedes mal. – No podía creer que ya hubiera pasado un año más, no me había dado cuenta que llevábamos saliendo casi tres años.
- Claro, sin falta estaré ahí. ¿A qué hora está bien?
- Pues a las nueve de la mañana corazón. Quiero que me dediques el día entero
Con algo de tedio le conteste que si y nos despedimos dedicándonos un beso. Sentí que eso iba más allá de lo que habíamos pactado, la pasión y el placer estaba bien, pero eso… dedicarle tiempo y pasarlo juntos era demasiado.
Acudí puntual y elegante a la cita, en un hotel del centro, ella ya tenía la habitación preparada con vino tinto de monte xanic (mi favorito), un conjunto delicado de baby doll con sujetadores, unas medias oscuras que definían perfecto sus hermosas y finas piernas.
Junto al ventanal tomamos una copa, luego de beberla, nos besamos pero, en esta vez sentí un calor diferente, una sensación extraña, y mi ropa fue cayendo prenda por prenda, quede a merced de sus instintos: indefenso, desnudo, excitado y mi impulso me hizo quitarle su calzoncito y la prenda transparente, me dispuse a besarla pero ella se fue a la cama y se recostó muy delicada.
- Ven, quiero que me lo hagas lento, quiero que mi regalo sea que tú me lo hagas suave y muy delicado.
Su petición me confundió, siempre desatábamos nuestros más bajos instintos y nuestra perversión era siempre nuestro ambiente, la rudeza y la locura siempre fue nuestro estilo, sin embargo, era como ella decía “un regalo” y acepte.
Subí en su cuerpo desnudo, solo con las medias oscuras y el sujetador, me beso lenta y suavemente en los labios, su lengua bailaba delicada en mi boca, sus manos recorrían mi nuca y terminaban en mi cuello y espalda tocando muy suave, poco a poco, besaba su cuello y su olor me embriagaba, baje mi boca y mi lengua recorría sus senos pequeños y elegantes, los bese primero, luego los chupe pero ella no me dejo morderlos esta vez, los acaricie y nuevamente los besaba y chupaba con mucha ternura. Pase mi mano por su abdomen y su cuerpo se estremecía dando unos leves tirones mientras su respiración se entrecortaba.
Mi boca fue recorriendo como una gota de sudor toda su piel desnuda y llego hasta su pelvis perfectamente depilada, parecía la de una niña, fina, aclarada, con los labios pequeños pero ya hinchados, mi lengua localizo su punto de placer y dibujo unos cuantos círculos sobre él, mis labios chupaban su vulva y mi lengua entraba en su vagina suavemente haciéndola empapar de fluidos salados y tibios.
Sus muslos se tensaron y temblaron apretando mis mejillas, la recorrí con mi lengua y finalmente su orgasmo mojo mi boca con un chillido placentero salido de su boca, me incorpore y la bese en la boca, la penetre suave mientras se iban los últimos estertores de su orgasmo. Mis movimientos aunque fueron hasta lo más profundo de su ser, fueron muy suaves y lentos que el roce de nuestros sexos podía detallar cada contorno de los relieves de mi pene, su humedad aumentaba y su calor estaba en el límite. Nunca dejo de besarme, ni de acariciar mi nuca, cuello y espalda, sus gemidos eran muy sensuales pero su volumen no pasaba del susurro.
Dimos la vuelta y pensé en que por fin destaparía su verdadera pasión, pero no, me abrazo aun más fuerte. Su sexo inundado subía y bajaba de mi miembro con una velocidad muy lenta, sus fluidos resbalaban por mis testículos y mojaban mis muslos hasta terminar en la cama, sus erectos pezones estaba aprisionados a mi pecho, se hecho el pelo hacia atrás, tranquila y con los ojos llenos de brillo miro hacia arriba moviéndose apenas un poco más rápido.
Jadeo y jadeo y cada vez que lo hacia sus ojos se abrían un milímetro más que la vez anterior, se desplomo en mi pecho y me apretó con todas sus fuerzas mientras su vagina escurriendo en liquido caliente daba sus últimos choques, mi pelvis, mis muslos, mis glúteos y las sabanas estaban completamente mojados de su orgasmo, pero no dejaba de emanar néctar de su sexo, parecía una llave de agua caliente abierta.
Nuevamente me di vuelta y la penetre de misionero cada vez mas fuerte pero manteniendo la velocidad al mínimo, besaba sus tetas, su cuello, sus hombros, sus orejas y terminaba en su boca, su sexo se sentía completamente empapado y era como si no me apretara aunque la arremetía hasta el fondo de su ser, ella solo cerraba los ojos suspirando hondo. Mi respiración comenzó a agitarse, y mis manos bajaron tocando sus costados hasta sus piernas, mis palmas abiertas tomaban su trasero y lo apretaban empujándolo más hacia mí, y yo, entraba más adentro en cada embestida. Mis dedos tocaron su ano que ya estaba dilatado y con los fluidos que había en abundancia entraron muy fácilmente.
Alcé sus piernas un poco mas y saque mi pene escurriendo y lo baje al otro orificio, lo introduje muy suave y su ano se contraía cada vez que lo metía. Mas movimientos y ella se dejaba llevar gimiendo y sollozando entre mi oído, sentí que mi orgasmo estaba cerca y mi velocidad aumento.
Sus manos me apretaron los brazos mientras su boca mordía mi hombro, ella llego a su tercer orgasmo a sincronía con el mío. Expulse mi semen hasta el fondo de su orificio anal mientras su sexo me volvía a chorrear el abdomen, las piernas y los muslos. Termine de sentir las contracciones de su ano junto con los de mi orgasmo y me recosté junto a ella.
- Te amo… me encanto como me hiciste el amor.
Lo sabia… ella había cruzado la línea de nuestro acuerdo, lo nuestro no debía avanzar más.
- Lo siento, ¿Qué? ¿Me amas?
- Si, te amo, en estos años no pude evitar enamorarme de ti.
- Lo siento. Lamento mucho eso, sabes que no puedo amarte, sabes que esto no se trataba de amor.
Me pare y busque mi ropa, comencé a vestirme y le di un beso.
- Es la última vez que nos vemos, espero que la distancia te haga olvidar ese sentimiento… ADIOS
La vi llorar y cerré la puerta. la deje... como un patan.
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