Separadas por amor (Parte 2)
Por constelación
Enviado el 29/07/2016, clasificado en Drama
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Los días pasaban más rápido de lo esperado y tanto Marta como yo, siempre esperabamos con ansias los ratos que pasaban los presos en el patio, en la hora de descanso o en el comedor, ya que en esos lugares era donde podíamos vernos. Sin embargo, un día, ella no se acercó a mí. Por alguna razón parecía que me evitaba, ¿me odiaba? Pase noches en vela pensando qué había hecho para que me evitase, pero sin encontrar una respuesta...
Debo aclarar que la sección de la cárcel para los enfermos mentales incluía a ambos sexos. Conocí a personas realmente locas, pero también entablé amistad con personas bastante cuerdas pero... con el mismo "problema que yo". En esa cárcel había homosexuales, lesbianas, bisexuales, transexuales, y muchas otras personas sanas a las que se las consideraba "enfermas".
Entre todas las personas buenas y malas que conocí allí, debo destacar una en concreto. Se llamaba Marlo, pero los presos lo llamaban "El hombre que truena". Nunca supe por qué lo llamaban de esa forma... está bien que fuese un hombre muy alto, pálido, con gran musculatura, varios tatuajes y con una expresión de no hacer muchos amigos. Pero al contrario de todo lo que pueda parecer, fue él quien logró sacarme de esa cárcel... no de la manera más victoriosa, pero sin duda alguna, él se convirtió en mi aliado.
Marlo... digo, "El hombre que truena" (no le gusta que lo llamen por su nombre), fue puesto en la cárcel unos días antes que yo y Marta. Todos lo evitaban, estaba claro que su aspecto y el hecho de estar siempre callado imponía bastante.
Yo, idiotamente o inteligentemente, me acerqué a él en el comedor y comencé a hablarle, no respondía a mis preguntas, sin embargo seguí insistiendo aunque no parecía interesado en nada de lo que le rodeaba. Finalmente un día se dignó a mirarme y juraría que parecía estar a punto de llorar. Ese día fue cuando le conté toda mi historia y la de Marta, y por lo que tuvimos que pasar a causa de querernos.
Esa misma tarde, en la hora del descanso, en el patio, él se acercó y se sentó a mi lado (la primera vez que se acercaba a alguien, siempre estaba solo).
- Ellos no nos entienden.
- ¿Qué?
- Ellos no nos entienden Katy... te llamas así ¿no? Lo pone en tu ropa.
- Ah, sí... Tu eres el hombre que truena... o al menos así te llaman.
- Me llamo Marlo... pero prefiero que eso quede entre tú y yo. Llámame como me llaman todos, por favor.
- Claro...
- Yo supuestamente también estoy enfermo.
- ¿Por qué estás aquí?
- Escucha, porque esto no se lo he dicho a nadie... Nací en una familia muy tradicional, gozaba una buena vida... no podía quejarme de nada. Sin embargo, a mis 12 años, me enamoré de un chico. Obviamente no les dije nada a mis padres. Ellos, ahora mismo creen que estoy trabajando como vendedor de automóviles y que tengo una novia católica muy tímida pero adorable...
- ¿Pero entonces...?
- Deja que termine- me mira con unos ojos muy penetrantes y perdidos.
- Perdón...
- Los años pasaban y a mí... me seguían gustando los chicos. Salí con alguna chica de vez en cuando y la traía a casa de mis padres pero... yo... yo no me sentía cómodo con todo eso. Así que les dije que me gustaban los hombres, pero ellos no lo aceptaron- entonces él se levantó la camiseta y me enseñó una herida muy profunda en la espalda- Así es como actuó mi padre. Sinceramente, no le culpo a la gente si no entiende que se pueden querer a personas del mismo sexo... o que te puedas sentir diferente. Después de ese día, abandoné la casa de mis padres y estuve trabajando en un empleo de bibliotecario. Allí conocí a un chico, pero no era como los demás... no, él era muy sensible, atento, respetuoso... le encantaba ir a la sección de libros de misterio. Finalmente ambos nos conocimos poco a poco y nos dimos cuenta que ambos estábamos enamorados y por mucho que no lo acepte la gente... era así. Nos mudamos a un piso y vivimos juntos a pesar de no estar casados, ya que... no está permitido el matrimonio homosexual- dio un leve suspiro y se produjo un breve silencio- Al final de todo, supimos que eramos dos personas hechas el uno para el otro y seríamos felices juntos. A mis padres les contactaba a veces... les mandaba cartas y me inventé una novia ficticia... el photoshop hace milagros jajaja. Al final, el vecino de abajo se enteró de que ambos teníamos un vínculo más que amistoso y de hecho no nos importaba que lo supiese, nos llevábamos bien con él y lo considerábamos de confianza. Pero no fue así. En la noche irrumpieron unos policías locales y me intentaron esposar pero apareció mi novio intentando evitar que me encarcelaran hasta que fue demasiada resistencia y le dispararon. Le vi caer al suelo, le vi morir con mis propios ojos. Luego me llevaron al coche de policía y pude ver a través de la ventanilla a ese sucio vecino tan amable, mirándome asustado como si no hubiese pensado que llegaría a pasar algo como eso. Pensé muchas cosas, quería morirme- instintivamente le tomé la mano con fuerza- Y aquí estoy, encarcelado por querer a alguien, encarcelado por ser una enfermedad para esta podrida sociedad.
- Tenemos que intentar sobrevivir... sé que es duro pero tenemos que salir de aquí. No te rindas, seguro que él no hubiese querido verte de esta manera.
- ¿Y crees que es mejor estar encarcelado que muerto? De cierta forma es como estar muerto en vida.
- Yo... sigo teniendo esperanza en salir de aquí y que todo, de una forma u otra, se solucione.
- Ojalá ese dios del que hablan escuchase tus palabras.
De repente una voz comenzó a hablar por megafonía.
- Se avisa a los presos enfermos de que vuelvan inmediatamente a sus celdas, mañana despertaréis una hora antes a petición del comandante. Hay algo sumamente importante que debéis hacer. Repito. Se les ruega a los presos enfermos de que vuelvan a sus celdas. Mañana tendréis una gran sorpresa si hacéis los que se os pide.
Entonces, con desgana, él y yo nos metimos en nuestras respectivas celdas. Esa noche pasé bastante tiempo pensando en la historia que me había contado Marlo y en si habría alguna posibilidad de salir de aquí con Marta.
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