Para quien es mi todo

Tan sólo su mirada dirige el andar cansado de toda una vida recorrida, cabizbaja y pensando en sus adentros cuál ha de ser su siguiente paso, procurando tener cuidado de no tropezar porque a sus años cualquier golpe triplica su daño. No hay prisas en su mañana, todo se resume en un desempeño diario de cosas que hacen de su vida un por qué.
La miro y no le digo nada. Por un momento soy consciente de quien es y de quien soy, de todo lo que representa para mi vida, de todo lo que de vida ha puesto en mi existencia. Con sus aciertos y equivocaciones pero siempre ahí, siempre dispuesta. Tantos años con sus días, sus noches. Noches en vela, largas noches de invierno, amaneceres soñados dando forma a lo que tan poco siempre pidió. Secretos guardados que algún día se perderán para siempre. Siempre es mucho tiempo. De ella sólo sé con total seguridad lo que le hace feliz y le hace llorar, cosas que consiguen esbozar en sus labios una sonrisa o un serio gesto.
Pienso en quien es ahora mismo, quien fue y de quien dejó de ser por los demás. Y es que sólo hay una persona que después de tantos años al escuchar mi voz abra sus ojos cansados y avive la mirada con una sonrisa siempre dispuesta al oírme llamarla: mamá.