"Más allá de las estrellas" Parte 01 de 09.

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Prólogo

No son las nubes, ni las estrellas… Son tus ojos.

El destino, el futuro.

Son los sueños.

Nubes, velas, caminos, segundos.

Pide un deseo, cierra los ojos y espera a que ese minuto llegue. Las estrellas te escuchan.

 

Gracias a:

Mis dedos, ojos, a las teclas, a las personas que colaboraron en la fabricación, a la Luna, a la música que me hace viajar, a la silla que me sostiene y en especial a ti, por ser mi inspiración, por llegar a mi vida y dejarme escribirte esta pequeña historia. A ti también que lo estás leyendo. Gracias.

Déjame empaparte de paisajes.

 

A la orilla de un barranco me estacioné, en mi pequeño auto azul de cuatro puertas. Aquel barranco era el mirador de mi ciudad, no es muy concurrido, o bueno, a menos que quieras tener sexo exprés en la parte trasera de tu auto y no tengas dinero para pagar un motel.  Eso no es lo importante. Lo curioso es, que estaba yo sentado en el cofre, aproximadamente a las 9:45 de la noche, la verdad no tenía miedo de que me pasara algo, a pesar de que era mi primer día en ese lugar.  Estaba sentado viendo las estrellas y la contaminación, las luces y las personas, viendo como cada una de ellas se movía en sus autos… Parecían estrellas fugaces. Algunas personas no se dan cuenta, pero con sus luces unidas forman una galaxia terrestre, algo muy especial, que sólo se puede ver cuando estás lo suficientemente lejos.

Casi no había ruido, a lo lejos sólo el eco de motores y uno que otro claxon. En la tierra hundí una varita de incienso, delicioso copal, poco a poco su sensual humo se cruzaba frente a mis ojos. No me gusta fumar, así que prefiero ese tipo de humos.

Sinceramente… Momentos como aquel se disfrutan mucho, o al menos yo lo disfruté, tenía una linda vista, hacía frío, tenía mi incienso favorito y música de fondo exquisita.

Todo era bueno, pero podía mejorar… Con una buena compañía, unos ricos besos, una conversación entretenida, un poco de comida… Pero… No… No tenía a nadie. ¡No estaba solo, te aclaro!

Tengo a mi familia y amigos, compañeros, y así pero… No tenía el otro tipo de amor, ese que muchas personas tienen, que presumen en fotos, tarjetas, mensajes… No… En ese aspecto estaba solo.

Me quedé ahí por un buen rato, seguía mirando la ciudad tranquilamente, cuando vi que un pajarito se atravesó en el panorama, fue raro ver un pájaro a esa hora, así que sólo se me hizo raro, y listo.

Unos segundos después, aquel pajarito llegó de nuevo y se paró en mi rodilla… ¿Lindo, no? Bueno, se paró en mi rodilla y dio unos pequeños saltos, sentí que me miraba mientras movía la cabeza muy rápido de izquierda a derecha. Se acercó más a mí y me di cuenta que tenía un papelito, una nota enrollada en el pico, era muy chiquita y color morado. Algo más curioso que eso… Apenas tomé aquel rollito de papel, el pájaro se hizo para atrás, pensé que iba a volar, pero no… Se volteó para ver también la ciudad. Desenrollé la nota y la leí casi en voz alta, y ésta decía: “Te espero en tu lugar favorito, no tardes”... Al terminar de leer, el pajarito cantó y en dos segundos se fue volando muy rápido, lo perdí de vista, además que era de noche.

No supe a dónde se fue, pero le grité: “¡Gracias, amigo!”.

¿Mi lugar favorito? Pero… ¿Qué? ¿Quién?... Me pregunté un momento e hice gestos.

Volví a leer el papel morado y seguía sin comprender, empecé a recordar mis lugares favoritos, y a la posible persona responsable de aquel regalo, pero nada me resultaba coherente. Me dije a mí mismo “Esto es una broma” y me reí un poco, luego miré al cielo y sonreí.

Miré la Luna y sonreí.

De pronto, veo que una luz se empieza a mover en el cielo, me levanté de mi auto para apachurrar los ojos e intentar ver mejor, parecía una lámpara que había sido arrojada desde arriba.

 Me di cuenta que esa luz sí se estaba moviendo… ¡Pero se estaba moviendo hacia mí! ¡Era una estrella fugaz que venía a atacarme! Sólo me acuerdo que abrí los ojos y me llené de miedo, grité fuerte y corrí a esconderme detrás de mi auto, no sabía que estaba pasando.

Desde la cajuela me asomé, para saber realmente que era lo que pasaba, y vi que aquella estrella no se había sepultado en la tierra… Se quedó flotando justo enfrente del barranco, parecía un foco gigante, como una de esas luces que le ponen a los árboles navideños, pero… Era muy grande, unos dos metros cuadrados… Bueno, no sé si era grande o pequeña, pero, a pesar de que era hermosa, yo me moría de miedo. De hecho, sólo se veía la luz, sí, era una luz gigante y flotante.

Me acerqué un poco a intentar ver mejor, y a pesar de que era solamente luz, no me lastimaba los ojos, me agaché para tocarla, y al hacerlo su luz creció. ¿Se imaginan tocar una estrella? Yo ni en sueños lo había imaginado.

La estrella se quedó ahí, y me senté en la tierra para seguir contemplándola y para seguir preguntándome el por qué una estrella había bajado a la tierra. Sin una respuesta lógica, me paré y regresé a mi auto, ya eran casi las 11:00 y tenía que irme.

Abrí la puerta del auto, me senté, me abroché el cinturón, metí la llave y encendí el motor. Al ya estar listo para irme de reversa, mi auto se apaga. Intento encenderlo de nuevo, pero nada pasaba, parecía que había muerto. No sé mucho sobre autos, pero hice lo que todos hacen, abren el cofre para ver el motor.

Me bajé de nuevo y vi que la estrella estaba todavía ahí, flotando. Abrí el cofre azul y sobre el motor había un sobre color morado. ¡¿Quién diablos pudo haber dejado un sobre dentro de un cofre de auto?! ¡¿Quién?!, me molesté pero tomé el sobre, hablando entre dientes me decía que no debí haber salido. Abrí  el sobre y dentro de él venía una nota que decía: “No, no te vayas. Quédate aquí, por favor”… ¡Otra vez alguien y sus notas!

Me enojé, ¡Y mucho!, entonces grité al viento preguntando: “¿Qué? ¡¿Qué quieres de mí?!  


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