Ella y la música se mezclaron

Fue hace poco, en pleno concierto, aunque casi terminando. Se mezclaron a la vez varias emociones en mí. Primero, los pelos de punta se enfilaban por enésima vez como en la primera canción de la noche. Segundo, el artista se encontraba entre nosotros, en medio de la pista, con cuatrocientas personas. Y tercero, una letra con melodía que no había oído nunca me alteró…

   Como resultado... todo se ralentizó.

   Toda la gente, el planeta, el universo… se movía a cámara lenta. Y yo, con ojos llorosos al percibir aquel sentimiento, pensé:

   <<parece que la conozca de toda la vida y solo hace un mes. Es increíble el sentimiento que tengo en estos momentos hacia ella. Una conexión muy buena, muy rápida.  Ahora mismo que la tengo a menos de un segundo de mí, la rozaría con mi mano para que me mirase a los ojos y le diría: - te quiero tanto…no quiero que salgas de mi vida, queda totalmente prohibido  quedarse el uno sin el otro, ¿no lo notas?, quédate como te apetezca, pero quédate conmigo>>

   Ella vino al mundo por un evento imprevisto en algún lugar de Cataluña. Y yo unos doce años antes de una esporádica unión de Ana y Juan que a la vez tuvieron su propia eventualidad.

   Por una serie de acontecimientos encadenados, nuestros pasos se cruzaron hace poco más de un mes.

   Dos prófugos sentimentales, perdidos en diferentes épocas, dejándose llevar por sus instintos, se encuentran por fin.

   La casualidad en la vida a veces es incomprensible pero,  generosamente afectiva y excitante.

   ¿Casualidad, destino o aglomeración de señales? Pues no lo sé.