No aguantaba más

No aguantaba más, cerró los ojos esperando que sucediera algo, pero la invadió un sentimiento de impotencia y rompió en llanto, se tiró a la cama resignada, pues era una tontería, nada pasaría, esas cosas sobrenaturales sólo sucedían en las películas, los libros y los cuentos de hadas. Abrió los ojos, limpió las lágrimas amargas que resbalaban lentamente por sus mejillas, se levantó con un ímpetu inquebrantable y corrió hasta la sala, se paró en frente de una foto familiar que había decorado por años aquella pared sin vida, y con la mirada fija en el rostro de su madre, susurró:

—No puedo más más con este dolor, sin ti la vida no es vida. ¿Por qué te fuiste, mamá? Si te veías tan joven y llena de vida. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

Pasaron diez minutos, pero para aquella chica parecían horas, si algo necesitaba en ese momento era que el tiempo la salvara, o la matara. En este caso, la mataba lentamente, pues un sinnúmero de pastillas que se había tomado horas antes empezaban a hacer efecto. Sentía como el veneno corría por sus venas, se mordió el labio en señal de dolor y se concentró en respirar… se tranquilizó, pues la suerte ya estaba echada.

Volvió a mirar aquella foto y casi sin fuerzas susurró:

—¡Te amo! Sólo quiero abrazarte. Ya voy para donde ti, mamá. Perdón por la tardanza, perdón por no haber tenido el valor de hacerlo antes.

Cerró sus ojos y se sumergió en un sueño eterno. Murió irónicamente de tristeza, pero feliz… porque por fin vería de nuevo a su mamá.