Jugar con fuego

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Lo peor de jugar con fuego no es quemarse, es que te guste la sensación que produce el fuego al entrar en contacto con tu cuerpo. Para mi había desaparecido mi realidad me encontraba sumida en aquellos besos a los cuales era tan ajena y la sensación de culpa que invadía mi cuerpo era casi igual al placer que sentía por el hecho de sentirme viva otra vez, por más que mi sentido común intentaba alejarme de aquella situación predominaban mis instintos más primitivos para los cuales yo no era más que un objeto de deseo pleno de lujuria. Lo que comenzó con un simple cruce de la palabras termino involucrando sentimientos que se encontraban entre el aprecio, el amor, la pasión y la culpabilidad. La euforia de sentirme tan bien entre sus palabras, sus brazos que apenas conocía no eran más que la respuesta a lo tedioso que se habían vuelto mis días, que aunque llenos de amor y de cosas buenas no eran más que la continua repetición de los actos de los cuales muchas veces hubiese preferido escapar. Me pregunto si alguien al igual que yo había experimentado la extraña sensación en la cual se involucraban la parte racional del cerebro y esa que controla lo que sentimos. Lo placentero de unos besos bien dados y la culpabilidad que se genera al saber que estas actuando contra tus principios y en pro de tus instintos sin pensar en los daños colaterales que estos implican hacían que millones de ideas se arremolinaran en mi cabeza y de despejaran cada vez que una oleada de placer invadía mi cuerpo. En aquel momento deje a un lado mi realidad y me entregue a aquellos brazos, a aquellas palabras que me llenaban el alma como hace tiempo nadie lo hacía, la adrenalina me hacía sentir plena y miserable quería escapar de ahí pero no entendía si quería hacerlo sola o con aquella persona que me acompañaba. Me estaba quemando en el más ardiente y apasionado fuego. El silencio era irrumpido solo por los sonidos propios del placer, el eco de aquellas paredes transmitían la más apasionada vivencia pero la más terrible sensación de culpa, melancolía y tristeza. El tacto de sus manos con mi piel morena eran la más espectacular expresión de lujuria, de pasión… De interminables deseos sexuales materializados en ese instante; sus labios habían roto todos los límites y habían explorado cada centímetro de mi cuerpo desnudo, después horas que parecieron minutos el silencio predominaba el lugar pero no mi mente, en la cual millones de voces y escenas me hacían revivir aquel momento, le di la espalda y sus dedos comenzaron a dibujar pequeños círculos en mi espalda se acerco y me beso el cuello, posterior a eso acerco sus labios a mi oído y susurrando recito aquellas palabras que aún resuenan en mi mente “Estaré esperando hasta que te decidas por ti, por esto por nosotros… por mi”. Sabía que después de eso nada sería lo mismo había traicionado, había caído en el más bajo de mis deseos me había quemado en las llamas de la infidelidad y peor que todo eso era que me había gustado.

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