-Beep... beep... beep... Asociación de la Defensa Animal, ¿en qué le puedo ayudar?
-Sí, esto... hola. Mire, soy un cerdo y quisiera pedir...
-Un momento, señor, dígame su nombre y también desde dónde llama, por favor.
-¿Nombre? No tengo, no soy una mascota, ¿lo capta?
-Mire, señor, le debo informar que no atendemos llamadas anónimas, por lo que le ruego que me diga su nombre.
-Bueno, de acuerdo, a ver... me llamo M... Ma... Marr... Marrano y llamo desde una granja.
-Señor Marrano, con el apellido no me basta, dígame también su nombre de pila y la población a la que pertenece la granja.
-Mi nombre es... ¡Oiga, mire, dejémonos chorradas, yo no tengo nombre, soy un cerdo!
-Cálmese, señor, y dígame por qué es un cerdo.
-¿Que le diga por qué soy un cerdo? ¡Pero que cosa más absurda! ¡Es como si se le preguntara a un hombre por qué es un hombre! Mire, escuche bien, les estoy llamando porque acabo de descubrir lo que hacen con los que son de mi condición...
-Disculpe, pero si no me dice su nombre tendré que colgar. Se lo pregunto por última vez, ¿cuál es su nombre?
-¡Y dale, cabeza hueca! ¿No le acabo de decir que soy un cerdo?
-Debo colgar. Nuestra asociación no puede ni debe perder el tiempo con bromas telefónicas.
-¡Bromas telefónicas! ¿Usted se piensa que esto es una broma telefónica? ¡Pero si yo llamo para pedirles auxilio! ¡Aquí nos están cebando para luego matarnos! ¿Comprende?
-Tuuu...tuuu...tuuu... (silencio).
-Oiga, oig... oin... oink... oink... Tuuu... tuuu... tuuu (silencio).
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