Denunciar relato
1983. Con las manos sucias. El cielo de Madrid está muy cerca del asfalto. Se parece al cielo de Londres. Lo escribí hace un ratito sentado en una acera. Un perro intentó mear mi petate. Casi lo mato a patadas, pero un buen hombre me tiró al suelo, llamándome animal.
Es una oscuridad
que a decir verdad
se soporta muy bien.
Tan profunda que leo a Borges sencillamente.
El hambre puede dejar ciego a un hombre.
Madrid no me alimenta.
Extiendo la mano por las mañanas
en el metro que está sucio
y yo lo ensucio más.
La señorita del bar me mira con tanta lástima
que le digo que no con la cabeza
mientras se acerca con un bocadillo.
¡Qué bueno! Come despacio, chiquillo.
...Y un vaso de agua tan inmenso.
Alberti se trajo la mar, ¿verdad?
Un día de estos me marcho para no regresar,
dejando atrás este puñado de papeles
y esta cabeza que necesita una pastilla.
¿Cuánto pesas chiquillo? ¿Tienes todos los huesos?
En el Prado me detengo a contemplar La Trinidad.
¿Por qué?
Señorita, hay días que Madrid me cornea el alma.
Es una oscuridad
que a decir verdad
se soporta muy bien.
Tan profunda que leo a Borges sencillamente.
El hambre puede dejar ciego a un hombre.
Madrid no me alimenta.
Extiendo la mano por las mañanas
en el metro que está sucio
y yo lo ensucio más.
La señorita del bar me mira con tanta lástima
que le digo que no con la cabeza
mientras se acerca con un bocadillo.
¡Qué bueno! Come despacio, chiquillo.
...Y un vaso de agua tan inmenso.
Alberti se trajo la mar, ¿verdad?
Un día de estos me marcho para no regresar,
dejando atrás este puñado de papeles
y esta cabeza que necesita una pastilla.
¿Cuánto pesas chiquillo? ¿Tienes todos los huesos?
En el Prado me detengo a contemplar La Trinidad.
¿Por qué?
Señorita, hay días que Madrid me cornea el alma.
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