Tu recuerdo, mi recuerdo y nuestro ardiente encuentro III
Por DavidDeSiempre
Enviado el 27/08/2016, clasificado en Adultos / eróticos
4795 visitas
*Tengo que hacerla mía*
Caminé hacia el baño y estuve dispuesto a entrar cuando miré que se asomaba una tarjeta de tono pálido, miré hacia la cama y mi esposa estaba profundamente dormida. Fui hasta el teléfono y marqué el número cero.
- Recepción, le atiende Amanda ¿en que puedo ayudarle? -
- Amanda... que nombre tan bello, es el nombre mi perdición porque aunque terminé de hacerle el amor a mi esposa mi deseo no aminora, mi cuerpo tiene ganas de ti.
*¡Estúpido! ¿Por qué se lo dije así? Seguramente pensará que soy un inmoral*
- Creo que no podría recibirme ahora Licenciado-
- Si vienes, lo sabrás-
- Lo digo porque estoy trabajando-
Escuché como el teléfono se colgó, pensando que después de eso ya no tendría oportunidad de nada, me dispuse a darme una ducha reparadora cuando escuché en la puerta un sonido.
- Amor voy a la alberca un momento, regreso para tu evento. -
La vi cerrar la puerta y me acerqué a verla perderse en el ascensor. Cuando al girar la cabeza vi del otro lado del pasillo a la sexy recepcionista caminar coqueta hacia mí sonreí y ella discretamente entró en mi habitación.
- Así que querías ver...-
No le di tiempo a decir nada, la presioné en la pared, con locura y fiereza la besé mordiendo su labio inferior, mis manos poseían su piel y sin mesura ni paciencia la despojé de su uniforme. La dejé en un conjunto claro de encaje y su cuerpo perfectamente esculpido me provoco tal erección que la toalla que tenía cayó al suelo, ella me miró y noté que respiró hondo cuando vio a esplendor mi pene hinchado.
Me fui sobre ella y la besé en el cuello tocando sus piernas, apretando se trasero con la respiración agitada, la despojé de su brasier y ella se bajó a medias la tanga dejándola columpiar en sus rodillas. La prenda llegó al suelo casi al mismo tiempo que ella y yo en la alfombra.
Estando acostada boca arriba me fui sin mesura a besarle y acariciarle sus piernas; besando y avanzando hasta llegar a su rico y jugoso sexo caliente, mi boca lo succionó desesperada, como si de eso dependiera mi vida, ella se contraía jadeando fuerte y retorciendo su cuerpo sin voluntad. Sentí su calor aumentar y me incorporé para besarla en la boca, ella localizó mi miembro con una de sus manos y lo puso en la entrada de su vagina, sin más, la penetré de un solo movimiento haciéndola jalar aire y abrir los ojos al máximo.
Su sexo a pesar de estar muy bien lubricado, me apretaba de una manera única, sabía que parte de su expresión era dolor y no me importó. Me moví fuerte y sin tregua haciendo que sus fluidos cayeran en la alfombra y eso me alarmó un poco, la tome de la espalda y me pare junto con su cuerpo cargándola y penetrándola de manera vertical, su cuerpo subía y bajaba chocando sus perfectas nalgas con mis testículos, su cara reflejaba placer y los ojos se perdían en su libido, sus uñas se aferraban a mi espalda y su gemido se fusionaba con sollozos interminables.
- Ya... ya... ya...-
Detuve el ritmo y ella me abrazó fuerte y seguía gimiendo en sus adentros, y sus fluidos recorrían mis muslos junto con mis piernas, la bajé y la besé mordiendo y lamiendo su boca, sus ojos perdidos en lujuria y calor me decían que querían más, le di la vuelta y ella echó el culo hacia mí moviéndolo de arriba hacia abajo. La penetré y nuevamente el vaivén de nuestros cuerpos era vil rudeza, los choques la hacían gemir fuerte y a mí me llenaban de excitación, le daba fuertes nalgadas y ella descontrolada respondía cada palmada echando el culo más hacia mí.
Tomé su cabello y en forma de cola, lo jalaba al compás de mi ritmo, violento y rudo la cogía sin importarme nada, sus gemidos se transformaban en gritos, y mi sudor caía en su cadera, pero el ritmo jamás disminuía, el ritmo avanzó y se aceleró hasta que el golpeteo se confundió con un aplauso. Ella gemía con la cara mirando hacia arriba, víctima de los jalones que tiraban de su pelo, respirando con los dientes apretados ella cedió y sus fuerzas la abandonaron, sus piernas bailoteaban y su respiración se desplomaba junto con sus energías.
Con un esfuerzo sobrehumano la embestí más duro y rápido hasta que dentro de mi ser sentí que un río abundante iba a reventar llenándome de placer.
- No termines dentro. -
Di un paso atrás y ella se desplomó de rodillas frente a mi verga a punto de venirse, ella masajeo por unos segundos y mi orgasmo le cubrió los senos, mi esperma resbalaba por su cuello y hombros; mi visión se tornó blanca y me fui a un mundo sin sonido.
Regresé con cada jadeo a este mundo, a esta realidad. Su rostro era de total satisfacción, pero los dos estábamos preocupados de muerte. Ella por temor a perder su trabajo, y yo por temor a que mi esposa entrara por la puerta.
Usamos todos los pañuelos desechables que encontramos en la habitación. Ella se vistió cuidando verse tal cómo se veía al entrar en mi habitación, me vestí también y abrí la puerta dejando en claro que debía irse pronto. Ella salió de mi cuarto, no se veía como cuando entró, eso era obvio; en ella había un brillo especial. Y cuando las puertas de un ascensor se cerraban, las puertas de otras se abrían, y desde ellas emergía la figura inconfundible de mi esposa.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales