Aquí en la guerra todo vale. Menos vivir.
Los días se amontonan cicateros
Y las palabras de los muertos
Acallan el clarear de las voces libres. Todavía libres.
No es doloroso morir
Cuando el que vive es fantasma y reo de su cobardía.
¿Quieres un mundo gris? Yo no. Me aparto.
No quiero el mundo metálico y vacío,
Siempre frío, empírico. No quiero las llamas
Que arden y dominan en el pensamiento del hombre viejo.
Esta es una declaración de guerra.
Sí, lo es. Guerra sin cuartel. Y lucharé,
Y mi grito se oirá siempre, en el campo de batalla
Y en la poderosa guarida del gran animal.
(No me rindo, no claudico, y no me aparto).
Al final ignoro si la libertad me acompañará en el último paso,
Pero sé que no estaré solo, que no apoyaré el cuerpo
En una pared esperando que se acerque la orden del enemigo.
Permaneceré erguido, cansado, herido,
La roja sangre en las manos
Y las ansias de más vida en los ojos.
Pero no se rendirá el hombre nuevo.
El hombre de la palabra transparente,
El hombre que ya, incluso en la derrota,
Se sabe libre, porque nació libre,
Y la libertad es su única arma. Su alma.
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