De ilusiones también se vive

Ardo en deseos de salir en un rato esta noche especial. Se me está haciendo eterna la espera. Mis amigos, que debo decir no los merezco, me han conseguido colar en una fiesta privada tuya para por fin poder conocerte en persona.

Ya estoy dentro del sarao, me siento desubicada y feliz al mismo tiempo, rodeada de tanta gente famosa de medio pelo y por otro lado, tantos artistas estupendos.

Por ahí andas tú, el más guapo del evento. Estás esquivando a tus colegas como puedes y se te notan las ganas de escabullirte de otro acto público más impuesto por tu profesión.

De repente, cruzamos nuestras miradas. Te estás acercando a mí. ¡No me lo puedo creer!

Me estás auscultando con estudiada atención desde tus ojos azabaches penetrantes.

¡ Qué subidón de adrenalina!

Prometo esta noche ser tu reina de renombre, o si lo prefieres puedo ser la manceba de un cura descarriado y como no, también cabe la posibilidad de ser tu compañera de viaje en la Historia del Tiempo.

Siiiiiií, ya me traes una copa y me sonríes seduciéndome. Quizás es otra actuación para ti, pero la verdad, a estas alturas de la película, me da igual.

Pero, ¿y esto qúe es? Suena la inoportuna alarma desalentadora del móvil. ¡Hora de levantarse y currar! Se acabó lo que se daba.

Acabo de aterrizar en la cruda realidad. Tengo que dejar de ver tantos maratones de seriales de Rodolfo S. mezclados (con premeditación y alevosia) entre sustancias y bebidas innombrables...

Sólo me queda añadir que tengáis cuidado con los sueños recurrentes demasiado vívidos!

;-)